Cuento en construcción
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El elefante detuvo su andar tras ver al niño.
Para él era raro ver humanos en esa parte del rio, no se suponía que estuviera. Mucho menos solo.
Pudo haberlo pisado y no percatarse de ello, pero le fue imposible aguantar la sed, así fue como notó al pequeño.
He paseado muchas tardes por esta selva caminando, oliendo, recordando, he caminado mucho observando como él, esa cosa brillante en el cielo, esa que da paso a otra no tan brillante surca lo que los hombres llaman cielo ¿Por qué será que le llama así? He caminado por esta selva mucho tiempo y he visto esta cascada cuando la piel se enfría con más facilidad cuando las flores renacen, cuando las hojas de algunos caen. He visto pasar generaciones de otros como yo que caminamos si tiempo y sin apuro por la selva.
Durante mi vida he visto muchos hombres se dicen cazadores, con largas ramas que tienen un olor raro, que hacen mucho ruido, he visto la muerte de muchos animales en mi vida a manos de otros pero pocos hombres es visto morir a manos de animales hombres con ramas que lanzan sonidos al viento que hacen caer hasta el animal mas feroz a tierra, incluso a las aves mas lejanías en eso que llaman cielo…
Ese día, -como aprendí después aunque aun no lo sabia cuando esto me paso-, encontré en la selva algo parecido a un hombre solo que mas pequeño, yacía en la parte alta de una pequeña bajada de agua, parte de su rostro estaba sumergido como también parte del pequeño cuerpo, tres de sus cuatro patas yacían sumergidas.
Nunca logre caminar como los hombres ni como los monos, algo que tampoco supe porque me parecía mejor al ver esto mi padre con su vos ronca ordeno que dejara de hacer esas tonterías un elefante que se precie de tal nunca caminara en dos patas.
Parecía muerto, no hacia movimientos, tenia los ojos cerrados no se oía nada en aquel pequeño cuerpo tirado en el arroyuelo
Desde un lugar oscuro de la memoria, llega con fuerza, justamente, esa canción de cuna y no otra.
Su sonido suave, repetitivo, acariciaba mi piel rugosa, sobre el gris, la luna de plata juega con la sombra de su mano sin surcos, sin dobleces, sin otro pasado que el de perseguir el sol.
Un dolor incierto, me ahoga el pecho, lagrimas de pena, lagrimas de sudor, lagrimas de ausencia, viajan por mi frente, mi trompa ajena a cualquier otro movimiento que no sea el de la oscilación se inclina a tocarlo. El duerme, duerme en el silencio profundo de la selva, ese que estremece el alma, denso e impenetrable como la misma vegetación que me circunda. ¿Que fantasías lo acunan, de que lugares imaginarios escapa? , pájaros de la noche escoltan sus parpados cerrados, lo besan, sin rozarlo.
¿Es el viento? o el águila viuda persiguiendo un picaflor? Acaricia mi mejilla. Me sueño elefante, soy colosal, enorme, he crecido infinitamente en medio de esta jungla, he vaciado el horizonte en mis ojos, son mis huellas, cerca del río, las que se ven, al fin, al marchar, dejo una marca, saben que estuve allí,no he vivido en vano, no me temen , me respetan .El sonido de mi voz ahuyenta los malos espíritus, los venenos ocultos en serpientes milenarias,la inusitada crueldad de quien nunca fue amado.
Abro los ojos, me reflejo en los de el, y el en los míos. Desde un lugar oscuro de la memoria, llega con fuerza, justamente ,esa canción de cuna y no otra.