Cuento en construcción
Sigan participando en la construcción de esta historia llamada por el momento “La vieja bicicleta”. Hasta ahora han participado Patricia O y Anuán Checa. ¡El final se aproxima! Una vez sepamos el final le inventaremos títulos al cuento.
Estaba cansado de su vida gris, de las responsabilidades infundadas, de las cadenas diarias y de la soledad. Necesitaba un respiro en su vida, nuevos bríos, renovadas ilusiones aunque resultaran locas. Pensaba esto frente al espejo, ya a punto de salir para el trabajo. De repente se quitó el uniforme, se vistió de calle y sacó la vieja bicicleta llena de telarañas encerrada en el closet. Ya en la calle, comenzó a pedalear hasta perderse en caminos inventados mientras iba soltando lastres detrás de sí. Respiró el aire limpio y fresco de ese camino desconocido, se dio el gusto de manejar sin tomarse del manubrio y, extendiendo los brazos, empezó a imaginar colores vivos mientras miraba hacia el cielo con los ojos cerrados y una sonrisa nueva en la cara.
Entonces abrió los ojos y agarró de nuevo el manubrio para darse cuenta de que estaba en el comienzo de una bajada empinada y a una velocidad relativamente alta. Intentó usar el freno, sin embargo, este parecía no reaccionar. “¿Y ahora qué?” pensó. Intentó buscar el mejor lugar dónde caer, pero era inútil, la velocidad ya era demasiada para planear la caída. Se lanzó hacía el lado derecho y se revolcó en el suelo varios segundos antes de estrellarse contra un árbol y quedar inconsciente. Cuando despertó, estaba solo, confundido y en la oscuridad…
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…sintiendo miedo pero al mismo tiempo emocionado por experimentar emociones nuevas, emociones que, por fin, lo hacian sentir vivo. El despertar solo y en la oscuridad, lejos de despertar sentimientos de temor, lo hacian experimentar un rio de emociones nuevas, simplemente por ser algo tan diferente a lo que significaba su rutina. “¿Yo?, despertando en la calle, en un sitio desconocido, cual borracho luego de una noche de copas y diversion, ¿yo?. Nadie lo creeria de mi”. Y precisamente por eso, por sentir que, de alguna u otra manera, por fin habia salido de su letargo, se sentia diferente. Es increible como un acontecimiento que para la mayoria de las personas, o para la gente “normal” no supondria que mas que una anecdota, cobraba de repente este significado para el. Algo que le habia abierto los ojos a la vida, y que le infundia nueva esperanza.
Se levantò, se sacudiò el polvo de encima y regreso a su casa, aun con sus fantasmas, aun con sus miedos e inseguridades, pero sin embrago, diferente a como amanecio ese dia.
Esa oscuridad en cierto modo le arropaba y le susurraba su situación actual. Hizo fuerza por aclarar ideas y el agua del esfuerzo espantó rápidamente esos fantasmas.
Una vez dispuesto, acercó la mano para examinar con tacto la zona del golpe y se alivió al comprobar que no sangraba apenas, de todas formas no se fiaba y deseaba ir a un lugar con más luz y gente.
Que sorpresa la suya al comprobar que la bicicleta ya no estaba, se aseguró, miró, re-miro y hasta que no maldijo con sinceridad de justicia no se convenció de que, probablemente, la bici había sido robada…
Marchó andando por el camino de vuelta tras analizarlo mucho, mientras sorprendido intentaba convencerse ahora de que le habían robado y de que aún encima no lo socorrieron…