Cuento en construcción
Sigue esta historia creada hasta el momento por Luis Iglesias y la intervención del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos.
Como todos los sábados, apenas pasado el mediodía, Jonás comenzó el ritual preparatorio para sumergirse en su paraíso particular. Se colocó su traje completo de buceo, verificó que el tanque de oxígeno funcionara correctamente, se colocó las antiparras con el ajuste preciso y necesario para evitar que el agua no se infiltrara dentro de ellas y minutos después se dejó caer en el mar. A partir de ese momento, comenzaba el tiempo de relajación, el espacio compartido sólo por él y su alma…
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Mientras caía, sentía como dejaba toda su vida en la superficie, se adentraba al mar como se adentraba en las profundidades de su ser, la percepción de la realidad era tan distinta, le sobraban unos sentidos y le faltaban otros, era la misma sensación de éxtasis profundo que lo embargó la primera vez que entró al océano, hace tanto tiempo ya… pensaba, como siempre le ocurría, se fascinaba con la calma y el ritmo de las profundidades del mar, veía el transcurrir de la vida para sus habitantes, observaba los colores vivos, las criaturas y sus interacciones, la vida y la muerte al acecho, como un fantasma, las corrientes ancestrales, trataba de desentrañar ese universo, y extrañamente se sentía parte de él, había una familiaridad que lo mantenía allí, un lazo que nunca pudo romper, y que finalmente terminó por aceptar, mientras estaba solo con sus pensamientos ante aquella inmensidad, por más que tratara el tiempo nunca le era suficiente…
A partir de ese momento, comenzaba el tiempo de relajación, el espacio compartido sólo por él y su alma…Desde niño había sentido que las profundidades del mar eran como su hogar. Ese era su espacio, su refugio. Sabía de corrientes y mareas más que de muchas cosas del mundo hostil en que habitaba. Cada sumergida era una aventura por descubrir, era un desafío que él estaba dispuesto a enfrentar ya que el dominio de ese medio le imprimía a su ser una cuota de poder. ¡Eso era! ¡Se sentía poderoso en el fondo del mar!
Aquella mañana amaneció por demás luminosa y su entusiasmo por bucear era muy fuerte , como si algo en la brisa fresca le anticipara que ese podía ser su día, el día en que su sueño se hiciera realidad…
Ni por asomo se imaginaba la que se le venía encima. Y no porque los negros nubarrones vinieran por parte de ella. Era sólo la continuación de un proceso que había empezado hacía mucho, pero que mucho tiempo. Todos tenemos un punto débil, algunos incluso más de uno, pero en su caso, todo lo que tenía relación con ella era un enorme punto débil. Muy débil.