Cuento en construcción
Sigue este punto de partida propuesto por Sebastián Bravo, uno de nuestros participantes. El ejercico está abierto de forma indefinida y una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos.
Miguel Ángel caminaba por la oscura calle con todos los sentidos en alerta. Su sesión de estudio en casa de Marla había concluido y , una vez más, había preferido arriesgar su suerte al caminar a altas horas de la noche por la oscura y angosta calle camino a su apartamento, que pagarle a un taxista…
Una respuesta
Después de todo, la cosa no estaba para tirar el dinero. Además así hacia un poco de ejercicio. Desde hacía un par de meses empezaba a preocuparse por su aspecto físico, sobre todo cuando pensaba en Marla. Una corriente de aire frío hizo que se encogiera dentro de su chaqueta de pana canela. La calle estaba prácticamente desierta y sus pasos eran los únicos en resonar sobre el asfalto. Miguel Ángel aceleró el paso, la noche se hacía más fría a cada momento. Dobló una esquina y un ruido de chatarra hizo que se sobresaltara. Se giró bruscamente y observó a un gato pardo escapar de un contenedor. Sonrió de medio lado, aliviado y ridículo por llevarse aquel pequeño susto. Pero por algo llevaba en alerta todos sus sentidos.