Cuento en construcción
Puedes concluir o continuar esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Cat Yuste, Oihana Iturbide, Teresa y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. ¡Participa!
Caminaba perdido, desorientado; incapaz de reconocer las caras de la gente, las calles. Ajeno a todo lo que sucedía. El alcohol se había convertido en su mejor escudo frente a la realidad desde que Sara había encontrado otra cama donde divertirse. Lo que no se le ocurrió pensar es que de escudo pasaría a espada y de esta a puñal.
Sara había dejado de importarle. Cuando el hambre es protagonista, el sexo o el amor son productos de segunda necesidad. Llevaba seis meses durmiendo con los “yonkis” de la octava y había establecido maravillosas relaciones de amistad en la que toda la conversación giraba en torno al precio de la heroína y qué parte del cuerpo vender para poder pagarlo. Él era diferente, se repetía, simplemente un enfermo alcohólico.
¡Que bajo había caído! Al final iba a resultar que las predicciones que su padre había hecho de su vida cuando apenas contaba 15 años iban a ser ciertas. “¡Maldito capullo!” masculló mientras tiraba lo que le quedaba del minúsculo cigarro al suelo. No sabía decir si lo que sentía era hambre, sueño, sed o todo a la vez. Su reino por una buena ducha y algo caliente que meterse a la boca…
2 respuestas
Cuando de repente en ese cavilar le asalto la duda que en su mente latía silenciosa: porque no le dolió tanto que Sara se fuera y si le enojaba q pudiera estar disfrutando con otros hombres? Porque imaginaba los momentos de placer que ella recibía, acaso le gustaría ser el objeto de ese placer en lugar de Sara?
muchas de sus cavilaciones ya no tenían sentido, aquel sendero que vislumbraba entre las piernas de su ninfa se habían perdido, que necesidad absoluta sentía de perderse entre el olvido y para ello el sabía la receta perfecta, una buena dosis de cristal que le diera los superpoderes de hombre mágico con puños de acero, la plata que le quedaba era suficiente para degustar unas botellas de vino y porque no buscar alguna buena compañía…
se encontraba enlodado en sus planes taciturnos, cuando se percato de una sola cosa algo que jamás había experimentado y le sabía mucho mejor aquella musita adrenalina de beberse un nuevo desafió.