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Cuento en construcción

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8 respuestas

  1. Por fin estaba llegando a tierra firme, tras más de… me resulta difícil saber las horas, los días que pasaron desde el naufragio. Lo importante es que, ante mí, había aparecido aquella playa –paradisíaca, si me preguntan–, y podía finalmente abandonar la improvisada embarcación que ya empezaba a considerar mi hogar.

    Hacía pie, de eso no había duda. Durante un instante sentí la urgencia de soltar el bote y correr hacia la orilla, pero me contuve. Aún quedaban algunas pocas provisiones dentro, sin contar el agua y las pequeñas herramientas. Suficiente para aguantar un par de días, mientras encontraba un río o un lago, y construir aunque fuera una pequeña choza. En realidad no me sentía capacitado de juntar más de dos o tres ramas y colocar sobre ellas algunas hojas de las enormes palmeras que veía, mas cuando la necesidad apremia, un hombre es capaz de hacer cosas que jamás se hubiese planteado.

    El avance hacia mi destino era lento. Mucho más lento de lo esperado.

    La posición del sol me hizo pensar que debía ser media tarde, aunque no recordaba haber visto amanecer. Seguramente me habría quedado dormido, agotado. Comenzaba a fatigarme de empujar el bote, así que decidí coger la cantimplora y echar un trago. El agua fresca recorrió mi boca y mi garganta, produciendo una extraña sensación mientras descendía hasta el estómago.

    «Mierda», pensé. La traicionera marea, aprovechándose de mi distracción, me había alejado unos metros de mi objetivo. No volvería a detenerme otra vez. Era cuestión de minutos que pudiera pisar tierra seca.

    No tuve que mirar hacia abajo para notar el cosquilleo de los peces que nadaban junto a mí. Resultaba agradable, casi como si el mar quisiera despedirse de mí ofreciéndome un masaje. Ni siquiera pensé en que pudiera haber habitantes marinos más peligrosos en las proximidades. El dulce masaje comenzaba a producirme un cierto sopor, así que intenté centrarme en el camino que me quedaba. ¿Cuánto podía ser? No notaba un avance evidente, y eso que debía llevar andando más de quince minutos. O diez segundos. ¿Quién sabe?

    Esta maldita sed…

    Intenté apoyarme en el bote mientras cogía de nuevo la cantimplora, evitando un movimiento hacia atrás que supusiera un nuevo retraso. Me acordé, mientras volvía a beber, que el recipiente tenía poco líquido en su interior. El día anterior –o hace unas horas, o varias semanas– apenas quedaban unas gotas. Sin embargo, el peso indicaba con claridad que podía beber hasta saciarme sin miedo a quedarme sin agua.

    Qué cansancio…

    La playa se burlaba de mí, no podía ser de otra forma. Cada vez estaba más lejos. Debía dejar la embarcación y comenzar a nadar hacia ella, o sería demasiado tarde. Así lo hice. Nunca he sido un gran nadador, pero en esta ocasión me desplazaba sin esfuerzo por las tranquilas aguas. Y la playa seguía lejos, cada vez más lejos.

    Creo que fue entonces cuando me desperté, con el sol cayendo sobre mi quemado cuerpo. En mi mano derecha, la vacía cantimplora y, a lo lejos… agua. Solamente agua.

  2. Y así día tras día, noche tras noche.
    Mis pesadillas, mis angustias no me dejaban vivir. El sueño reparador hacía tiempo que me había abandonado. Cada vez que entornaba los ojos volvía a ver aquella costa ansiada. De pronto una cantimplora llena se convertía en un presagio de una muerte inminente. La tierra firme, esa que tanto ansiaba, desaparecía de mi vista.
    Un día tras otro, una noche tras otra….¿cuánto tiempo más podría soportar esta angustia?

  3. Con el agua hasta la cintura no podía avanzar, el fuerte oleaje me hacia retroceder y me alejaba de la pequeña isla que aparecía ante mi vista como tabla de savación. Apenas tenia fuerzas después de estar dos semanas a la deriva y sin víveres desde hacía seis dias. Las piernas a duras penas me sostenían. Opté por soltar las cuerdas que sujetaban el pesado mástil. Sin embargo, mis manos estaban encallecidas, no podía doblar los dedos. Desistí del intento.
    Tras dos horas peleando las rodillas se me doblaron y se hundieron en la arena.El agua me llegaba hasta la barbilla. Viendo mi fatal final, saqué fuerzas de flaqueza y de un impulso me incorporé, me puse en pie, y con alegría comprobé que me encontraba a dos metros de la playa.
    ¿Pero que era aquella espantosa imágen que apareció de pronto ante mis ojos?
    Era real o estaba delirando?

    1. La única respuesta que obtuve fue la oscuridad. Al despertar, ya de noche, la playa no contenía rastro alguno de la extraña presencia que había creído ver al llegar. La noche sin luna no dejaba oportunidad para la exploración, así que tomé la decisión de recoger algunas ramas cercanas, sin estar muy seguro del uso futuro que las daría.

      El amanecer llegó mientras aún seguía con mi aparentemente absurda tarea; momento ideal para comprobar si había algún signo de vida en las cercanías. Por algún motivo que aún desconozco, como guiado por una voluntad superior, me encaminé hacia la parte más frondosa del bosque cercano.

  4. Le pareció oir el ruído de un motor a lo lejos, seguido de unas voces. Jorge, Pablo y Miguel llegaron a la isla en la embarcación propiedad de la empresa de la que eran propietarios y con la única intención de llevar a cabo una apuesta que habían hecho tras una noche de copas; los tres debían pasar un fin de semana en aquella isla, lejos de los lujos a los que estaban acostumbrados y sin más comida que todo lo que todo lo que llenaba la maravillosa nevera de aquella embarcación de recreo.
    Al pisar tierra se dieron cuenta de la presencia de aquel hombre medio en tan mal estado e hicieron todo lo posible en sus manos para ayudarlo. Poco a poco aquel desconocido fue , con la ayuda de los recién llegados fue recuperando las fuerzas mientras dos de ellos montaban lo que sería el lugar donde pasarían la noche.

  5. Hbía una vez u pescador llamado José, tenia ina esposa y tres hijos pero eran muy pobres. José salia todos lo dias a pescar para vender y además para comer él y su famlia.
    Un dia regresó a su cas y y se encontró co l noticia de qué uno de u hijos estabamuy enfermo por qué no tenian qué comer. José se sintió desesperado y regreso al mar para llevar comida a su casa. Su esposa le rogaba qué no fuera por qué se acercaba una tormenta; José no la escucho y se aventuró en altamar………..

  6. Max era un hombre de mundo, había viajado por todo el mundo, su vida llena de lujos y excentricidades le había dado muchísimas experiencias increíbles, sentía que no podía ser mas feliz, tenia todo lo que las personas quisieran tener; mas nunca pensó que una desgracia como la que a continuación contare llegara a cambiar el rumbo de su destino.
    Transcurría el mes de abril del año de 1994, era un joven muy activo y le apasionaban las aventuras, gracias a su desempeño escolar se hizo acreedor a un premio de parte de sus padres, quienes muy orgullosos de su hijo decidieron regalarle un viaje en crucero por todo el Océano Atlántico para el mes de julio, el tiempo paso rápido y la fecha esperada se llego, todo estaba listo, pero la actitud de su madre comenzaba a preocuparle ya que en varias ocasiones le rogaba que no se fuera, que mejor se quedara porque ella tenia un presentimiento y no quería que el estuviera en riesgo. El no hizo caso de sus peticiones y partió, todo pintaba de maravilla era una cosa fantástica estar ahí, a pesar de que nunca antes lo había hecho se sentía muy bien disfrutaba mucho su viaje hasta que esa noche sucediera una tragedia, el barco iba a una velocidad un poco elevada en alta mar, y un fuerte viento que se aproximaba a las costas había hecho que se perdiera el control del transporte, el barco naufrago una gran parte de las personas que viajaban ahí murieron ahogados.
    Max recuerda que lo que el hizo después de que se hayo a la deriva en el mar fue nadar hasta donde pudo; Pasó días inconsciente y cuando despertó se dio cuenta que estaba solo en una isla. Como pudo intento sobrevivir pensando que algún día seria rescatado pero eso no sucedió.
    Pasaron 20 años de aquel incidente y el seguía en el mismo lugar, por alguna extraña razón seguía vivo, un milagro tal vez.
    Al ver que el tiempo pasaba y no lograba salir, construyó una balsa y se arrojó al mar tratando de acercarse a la civilización. Su intento fracaso, murió al poco tiempo. Y justo al día siguiente en esa isla llegaba una empresa turística que tenia en mente construir en ese lugar un hotel.

  7. Otro día de decadencia pensé llegando a las orillas de aquella costa, solo quedábamos yo y otro compadre trabajando esas aguas frías por que no migramos pensé por que no huir de hay si nada nos detenía solo el recuerdo de un amor, por que un recuerdo era mas fuerte que el abre que la tristeza por que cuando alguien muere no se lleva todos esos recuerdos, hoy será el día en que valla a buscar suerte pensé amarrando mi bote a aquel muelle carcomido por la sal, hoy será el día en que busque una vida llena de alegrías como en mi juventud pensé mientras vendía la poca pesca, ese pensamiento estuvo rondadme todo el día, dicen que todo pescador sabe a ser nudos, como decaer tantos nudos que en mi vida avía anudado? Como empezar algo nuevo a mis años, llegue a mi casa y como un viejo arrogante pensé hoy será el día k empiece a vivir amarrándome a mi sueño, y justo antes de caer en un sueño profundo pensé mañana será ese día k hoy espere serré mis ojos los cuales nunca se abrieron dormí como nunca y en ese sueño profundo me encontré con un recuerdo que gracias a dios nunca olvide un amor que nunca deje de amar.

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