Cuento en construcción
Esta cuento fue escrito entre Alex, Sebastián Andrade, Felipe Echeverri y Cuento Colectivo. ¿Cómo te pareció el resultado?
Despertó y le tomó un instante largo en reconocer en dónde se encontraba. Al parecer se había quedado dormido en el bus, camino al trabajo. Era una especie de paraíso kitsch. En el interior todo estaba forrado en lana amarilla y en el espacio para el conductor y su ayudante, había un gran trono en el cual resaltaba el divino niño.
Confundido, se frotó los ojos y los dejó un instante cerrados, mientras se preguntaba dónde demonios estaba. Los volvió a abrir y estaba en un autobús normal, es más estaba en el 166 que tomaba todos los días para ir a trabajar. Para sí mismo pensó: “Ayer si no recuerdo mal, salí de trabajar y fui al bar, sé que estuve tomando unos tragos y entonces apareció esa que sólo hablaba de cuantas ganas tenía de tener un niño.
Creo que incluso se me insinuó. Recuerdo que me dijo que le gustaba mi pelo rojizo y que quería un niño igual; sin duda se me insinuó. Fue un error irme al baño, al volver me ofreció una cerveza y seguro que le echó algo la maldita loca degenerada. No sé ni donde he dormido. Un momento… ¿qué hago con esta ropa. ¿Dónde está mi traje?
Definitivamente algo malo pasó ayer. El pelirrojo se levantó y se vio reflejado en los cristales del bus. Llevaba unas bermudas y una camiseta sin mangas. En la siguiente parada se bajó, no habían pasado unos segundos y ya había vomitado. Sin duda tenía que estar alucinando.
Llegó a su casa y las náuseas tardaron mucho en desaparecer. Lo que no sabía, era que lo que le habían dado no era una droga cualquiera, si no una que hacía que su alma, por algunos momentos, se metiera en el cuerpo de alguien más y el alma de ese alguien más en el suyo, por unos momentos. Lo que había visto no era una alucinación, era el trayecto en bus de alguna persona, en un lugar remoto de la tierra.