Este cuento fue escrito entre Jairo Echeverri García y Enrique Castiblanco. ¿Te gustó el resultado? Tu retroalimentación es bienvenida.
Mientras piensa sentado en la banca en el parque de en frente de su oficina y espera unos minutos para que sea hora de volver a trabajar, Alberto es abordado por uno de los reporteros a los que le corrige sus textos.
– “¿En qué piensas?”, indaga el reportero.
– “Es curioso que lo preguntes, pero no sé por qué pensaba en el eterno debate de si un cronista debe o no valerse un poco de la ficción para darle más color a sus obras”.
– “Pues la mayoría coinciden en que no. La crónica es un género periodístico y el periodismo se rige por la verdad”.
– “Es cierto, pero también es verdad que las mejores crónicas parecen inventadas. De seguro a uno que otro se le escapó una pequeña mentira. Tú sabes, crear efectos”.
– “Tal vez, cualquier cosa es posible. Cambiando de tema, leí las correcciones que me mandaste y estuve de acuerdo en la mayoría. Sin embargo, la edición de un par de oraciones del segundo subtítulo quedaron con un uso deplorable del gerundio. No va para nada con mi estilo. Me gustaría que la versión final quedara con otras palabras”.
– “De acuerdo, pues esta misma tarde reviso de nuevo y veo que hago al respecto. De todas formas, disculpa si se alteró demasiado el estilo. Es una gran presión esto de ser un corrector entre tantos personajes con habilidad para las palabras. ¿Fue muy grave el uso del gerundio?”.
– “Hombre, no te preocupes, fue un pequeño error. He visto a directores editoriales de los mejores medios de comunicación del país cometer errores peores”.
– “¿Sí? ¿Cómo cuáles?”.
– Cantidades, ese no es el punto, el punto es que todos nos equivocamos, no hay que darse golpes de pecho al respecto, no importa qué cargo tengas.
– Sí… entiendo a lo que querías llegar, pero afirmaste en un momento que has visto a directores editoriales de los mejores medios de comunicación del país cometer errores peores. Esas fueron las palabras exactas si no estoy mal. Sólo quería saber de qué director editorial y de cuál medio de comunicación estabas hablando.
El reportero le contesta la pregunta a su corrector con una sonrisa de complicidad.