Este texto fue enviado por Sandra Acero Guerra, una de nuestras participantes. En sus palabras: “El que quiera intervenir que lo haga dando un titulo y decidiendo si continua o termina esta breve historia”. El título que hay en este momento es temporal. ¡Participa!
Ella sin problemas decidió dejar que él le hablara. Cuando reaccionó, ya su sonrisa era aquello que quería ver por más tiempo. Entre una mezcla de valentía y resignación, permitió que entrara en su cuerpo y en su vida, aun sabiendo que el dolor llegaría mucho antes de que terminaran las nueve lunas y los nueve soles que su historia duraría.
3 respuestas
Llegó la primera luna, y con ella, la primavera de su vida, los besos fluían bajo una selva de sábanas cálidas y amaneceres soleados.
Amaneceres que alumbraban el rostro, pero no el corazón. Días que acababan entre sollozos, cigarrillos y vasos de whisky medio vacíos, devorados por las falsas apariencias y el “no es lo que piensas” entonado como un réquiem.
Llega el final de la novena luna. Los cajones están vacíos, ya nadie se mira en el tocador, el somier llora al no tener amantes que yazcan sobre el. Ella mira el espectáculo nostálgica, mientras por la ventana entran los rayos de luz de un sol que ya no calienta el rostro que ya no calienta el corazón.
No me molesta el título provisional: Nueve lunas y nueve soles.
El relámpago de la pasión