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bici

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Una respuesta

  1. Melina era huérfana, su tío, ese alquimista loco, era su única familia. Ella no sabia cómo seria vivir de otra manera. De su casa, a la escuela, de la escuela a su casa, así, día tras día y en medio de esa rutina, el laboratorio de su tío.
    Gorgoteaban las probetas entre humos y olores diversos. Su tío había olvidado la medida del tiempo y pasaba horas y horas en su búsqueda constante de algún prodigioso elemento que salve a la humanidad.
    Mezclaba pociones, ungüentos, polvos y viscosas sustancias mientras escribía fervorosamente las fórmulas,los ensayos y resultados.
    Era un tipo alegre, algo extravagante pero muy gentil con ella.
    Melina debía recordarle cosas tan elementales como darse una ducha diaria, peinarse, comer y a veces hasta dormir, porque su trabajo lo tenia absorto.
    Aquel día ella lo fue a buscar al laboratorio como tantas veces, se le hacía tarde para ir a su clase de educación física y entonces buscó la bicicleta.
    Apoyada en el manubrio abrió la puerta y grito apurada: – Tío! la comida se enfría te llamé muchas veces y tengo que ir a la escuela! El ni siquiera levantó la vista, parecía no escucharla, entonces, Melina entró un poco más con su bicicleta dentro del recinto. Sin querer tocó un frasco translucido y evanescente que se derramó sobre las ruedas y sobresaltó a su tío. Esta vez era él quien gritaba. Qué has hecho criatura de Dios? Qué has hecho!!
    Ella, retrocediendo volvió a pasar las ruedas por encima de esa sustancia que ahora parecía oler a goma de mascar y salió huyendo, a la escuela, temiendo ser reprendida por llegar tarde. Balbuceó un : disculpa tío! y se fue pedaleando por las calles.
    En la segunda cuadra sintió que su bicicleta volaba, se deslizaba casi sin esfuerzos. Miro hacia abajo, a la rueda y ante su asombro increíblemente, esta no estaba!, Miro hacia atrás y tampoco la trasera se veía! No podía detenerse ante estas circunstancias, la profesora la esperaba y ella debía continuar.

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