En este ejercicio se busca que se metan en la piel del personaje y decidan cuál va a ser su camino y qué consecuencias tendrá para él esta elección. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos, el que hay en el momento es provisional. Puedes hacer tu aporte en la zona de comentarios de esta entrada o escribiendo a comiteeditorial@cuentocolectivo.com.
La privacidad del hogar es una de esas barreras psicológicas que te dan tranquilidad, o lo que en esta ciudad es lo mismo, apatía. Algo de vidrio transparente, un pedazo de tela como cortina y quizá una reja hacen que lo que ocurra afuera ya no tenga que ver con nosotros.
A las tres de la mañana, los trabajos interminables, el desespero y la frustración cobran factura. Había caído en un estado catatónico ligero por al menos quince minutos, no recordaba el tema de mi ensayo, no recordaba por qué era tan importante, había olvidado hasta el nombre de la clase para la que tenía que entregar el trabajo. Mi vista se había posado en los largos bigotes de mi gata, que exhausta de tanto ayudarme con mis lecturas había caído en un profundo y envidiable sueño.
De repente un sonido me saca de aquel aturdimiento. Un grito femenino que me corta la respiración, seguido de un momento como de forcejeo. Me asomo lentamente por la ventana y veo a tres hombres que sujetan a una chica y que parecen arrastrarla hacia un callejón cercano entre empujones y golpes. Ella no grita ya, se queja y suplica, pero ya no grita.
Me paralizo por un segundo, no sé qué hacer o a quién acudir, estoy solo, pero no puedo simplemente olvidarlo, no puedo ser indiferente…
Así que yo…