“Hey primo”

En este ejercicio se busca que se metan en la piel del personaje y decidan cual va a ser su camino y qué consecuencias tendrá para él esta elección. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos, el que hay en el momento es provisional.

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Es la misma sensación que cuando recibes un golpe en el estómago, quedas sin aire, como atontado y con cierto miedo. Así me sentí cuando ella me dijo que había alguien más. No habíamos pasado mucho en la relación, pero me parecía una persona confiable, con la que uno puede pensar a futuro, presentarla a los padres, a los amigos, permitirse ser auténtico.

Qué tonto fui, pero qué tonto. Había pensado tantas estupideces, había esperado tanto de ella, y ahora la completa decepción, decepción de mí mismo por iluso. Ella se había quedado con un tipo casi veinte años mayor que ella, con la inteligencia de un zapato y la gracia de una vaca, su jefe y arrendatario.

El shock inicial duró apenas unos minutos, lo suficiente para que ella partiera dejándome solo y caminando hacia casa en la noche. La ira que me inundó fue descomunal, un odio y un rencor que habían estado dormidos ahora despiertos y animados sólo me impulsaban a la destrucción.

Sin percatarme de lo sola de la calle, de lo tarde que era o de lo oscura, me adentré con paso largo y decidido. Tan sólo había un lugar de mala muerte con luces rojas a unos cuantos pasos al que tampoco le tenía mucha confianza. Fue mala suerte haber escuchado aquel sonido, las cosas habrían sido diferentes si no lo hubiera escuchado.

Un “hey primo” sonó detrás de mí, traté de ignorarlo pero luego sonó de nuevo, al voltear vi que era un hombre solo, con movimientos toscos y un penetrante olor a pegante que emanaba de su ropa. Se acercaba con paso lento y con la mano extendida a modo de saludo, creyendo quizá que eso me haría ignorar su obvio intento por robarme. La sangre me hervía en las venas, sentí un odio asesino por aquel hombre, un impulso por destruirlo por completo.

Comprendí que estaba en un predicamento, correr quizá, dirigirme hacia la taberna, o pelear desarmado…

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