¿Está todo listo?

En este ejercicio se busca que se metan en la piel del personaje y decidan cuál va a ser su camino y qué consecuencias tendrá para él esta elección. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos, el que hay en el momento es provisional. Puedes hacer tu aporte en la zona de comentarios de esta entrada o escribiendo a comiteeditorial@cuentocolectivo.com.

alcantarilla

Era una bellísima tarde, con un sol dorado cuyos rayos caían de lado sobre una delgada cortina de lluvia cuya iridiscencia le daba a aquel lugar un destello mágico. Por alguna extraña razón todo tenía más vida y más color aquel día. El aroma a café parecía esparcirse con una calidez misteriosa, como la del hogar. Las personas que me rodeaban parecían tan libres, tan iluminadas, tan frescas y tranquilas, que sentí por un tiempo ganas de hablar con alguna, de cualquier tema, sólo por tener su compañía un momento.

Aquella cafetería al aire libre con grandes sombrillas violetas que cubrían las mesas parecía el paraíso ignorado, del que no nos damos cuenta de que existe hasta que somos obligados a abandonarlo por la fuerza. Sin embargo, he de admitir que jamás me había sentado en aquellas sillas antes, antes de intentar lucir normal.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del pesado metal de la tapa de la alcantarilla que era retirada con dificultad. Desde adentro surgió la imagen de este gigante que me tenía prisionero, este hombre que me tenía cautivo con su convicción y su fiereza. Un hombre de gran talla con ese talento de hacer que todos a su alrededor se sintieran más valientes y osados. Su barba blanca y su avanzada edad disimulaban un poco la enorme fuerza que este hombre poseía, su voluntad inquebrantable.

Salió de la alcantarilla entre polvo y barro, el brazo derecho parecía tener una delgada capa brillante que luego me di cuenta que era combustible encendido. Su corpulenta figura se detuvo para tomar aire, sacó de su bolsillo interno un cigarrillo y lo encendió con el fuego de su brazo, tomándose su tiempo antes de siquiera molestarse por apagarlo. Después de dar un par de bocanadas dirigió su rostro hacia mí.

– ¿Está todo listo?- me preguntó.

 

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