Te invitamos a continuar esta narración que apenas comienza. El título que hay en el momento es provisional y se lo inventaremos una vez sepamos el final de la historia. ¡Participa e invita a tu red! Puedes hacer tu aporte en la zona de comentarios de esta entrada o escribiendo a comiteeditorial@cuentocolectivo.com
Estos sueños me han estado persiguiendo desde hace ya un tiempo, pero los olvidaba apenas despertaba. Siempre los he ignorado sin ningún problema, sin embargo, anoche fue distinto. No sé realmente qué cambió, pero al darme cuenta de que estaba soñando, supe que había estado en aquella situación docenas de veces.
La noche que ahoga todo, la oscuridad que impide respirar y luego en medio de la negrura algunas formas comienzan a aparecer. Primero unos matorrales, luego unas piedras y árboles y finalmente aquella sombra que comienza a flanquearme. Al principio sólo es un bulto que trata de pasar desapercibido con sus movimientos cautelosos, luego veo sus colmillos, largos y afilados y finalmente sus ojos, como dos llamas encendidas en medio de la oscuridad.
En la mayoría de los casos es allí cuando me despierto, pero fue diferente esta vez. Los movimientos que al principio pensé que eran de cautela y miedo pronto se revelaron como los de asecho y la caza. Al darme cuenta de que aquella figura era un jaguar intenté correr, escapar, pero era demasiado tarde, su salto audaz sobre mi espalda me hizo tambalear y de bruces caí en el fango que tenía frente de mí.
Quedé paralizado con aquella sensación de dolor, me quedé allí, esperando el peor de los finales. Sus fuertes garras pasaron al lado de mi cabeza y sentí su respiración en mi cuello. Mi cuerpo se tensó, sabía perfectamente qué seguía. El punzante dolor de los colmillos clavándose en mi cuello fue insignificante en comparación con la sensación de decepción.
“Lo siento abuelo” fue lo último que le dije a aquel poderoso jaguar antes de despertar cubierto en sudor…