Más allá de la mente

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Al principio asusta, pero después de unos instantes acepté con tranquilidad la situación, todo parecía un poco más borroso de lo que lo recordaba, los aromas se habían ido por fin, y el ruido también había desaparecido, por primera vez en mi vida sentía realmente la quietud. Caminaba por el tejado de mi casa mientras a mi derecha me acompañaba una entidad que no podría definir con ninguna certeza, más allá de la confianza que me generaba su compañía no tengo ningún recuerdo de ella. Desde aquel tejado, y a través del espacio que el jardín interno de la casa tenía, pude verme a mí mismo recostado sobre la cama, a mi abuela en la habitación del lado y a nuestros dos perros que parecían algo inquietos, olfateando y mirando hacia el vacío. Estaba a punto de partir cuando el ser que tenía al lado me detuvo. “¿Está listo ya?” me preguntó, “por supuesto que sí, he esperado esto toda mi vida”.

El viaje en astral fue mucho más complicado de lo que hubiese imaginado, nada me habría preparado para la cantidad de peligros y dificultades que surgieron, pero nada me causó más impacto como cuando me encontré con mi padre, allí, en la laguna transparente donde se ahogó.

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