Fue una partida de poker memorable, una serie de situaciones, una soledad sin fin

 

muriendose

Aquel hombre parecía uno de esos seres de cuyo cuerpo se ha escapado el alma. Sus pupilas completamente muertas eran el reflejo mismo del vacío, de la noche, de la nada. La evaluación médica decía que se encontraba en perfectas condiciones, excepto por el hecho de que se había arrancado su propia lengua. El diagnóstico aseguraba que su actual trastorno se debía puramente a condiciones psicológicas. El hombre que le acompañaba no parecía mucho mejor, su mirada perdida anunciaba un destino similar. Para cuando le preguntaron por lo sucedido, lo único que pudo responder fue.

“Fue una partida de poker memorable, una serie de situaciones, una soledad sin fin, un deseo de no vivir, falta de amor, tener tanta riqueza pero no tener con quien compartirla. Soy un ser que siento, pero cuando joven no lo supe y lo desaproveché. Me dedique a trabajar largas jornadas para tener que ofrecer, a estudiar para aprender y ser capaz cada día de superar las limitaciones. A no permitirme sentir porque habría otro momento para el amor, para tener una familia cuando fuera más maduro y lo único que logré fue alejar a aquel que sí me podía amar. Que me pensara con palabras turbias, fuertes y sin sentido.

Cuanto anhelo devolver el tiempo y lograr cambiar situaciones y acciones que realicé, de las que hoy aquí moribundo yacen en mi memoria como una reflexión, una enseñanza que no puedo brindar a nadie porque me esmeré por alejar todo lo que mas quería”…

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