Te invitamos a continuar o terminar esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Valentina Solari, Antonia Rangel y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos. El que hay en el momento es provisional. Puedes participar en la zona de comentarios de esta entrada.
Ese viernes, yacía en su diván meditando. En un par de horas, la Luna entraba al signo de Libra. El único planeta retrógrado era Júpiter, pero Mercurio estaba funcionando pleno. Como odiaba cuando Mercurio estaba retrógrado, pero no era la ocasión. Sin embargo, seguía ese viernes, en su diván, meditando y fumando de su hermosa narguile árabe. Se preguntaba qué sorpresa le traería el destino en ese día.
Sacó de uno de los cajones sus cartas y las barajó por unos instantes. Entonces escogió una de las cartas de forma aleatoria… la carta de la conversación. ¡Era lógico! ¿Cuál otra iba a salir? Mercurio, el dios del comercio y de los viajeros una vez más le arrojaba la carta que representa la conversación, la capacidad de transmitir un mensaje, pero también de la empatía.
A ella en realidad no le gustaba depender de los planetas, prefería ser como esas personas que van por el mundo sin saber nada, creyendo que son felices, pero eso le estaba negado, una y otra vez la vida le había mostrado que los astros no mentían. Decidió entonces vestirse para la ocasión. Su teléfono no había sonado, ni había indicio alguno, todavía, de que la calma estuviera por terminar.
Sin embargo, tenía una sensación de que eso era precisamente lo que pasaría. Además, el afán habitaba en lo más profundo de su cerebro, puesto que su regente no estaría directo para siempre, de hecho, ya empezaba a perder aceleración. En ese momento su teléfono rojo sonó una vez, dos veces, tres veces. ¿Sería buena idea contestarlo?…