Sembrando orquídeas en el desierto

desierto ii

Rick y los amigos tenían ya varios meses viajando por Latinoamérica de mochileros. En uno de los hostales, en medio de una locación remota, decidieron pagar por un tour que los llevaría a acampar en el desierto.

La idea resultó ser fantástica. En la noche las estrellas se veían más abundantes y brillantes que nunca. El cielo era todo un espectáculo. Nada podía salir mal, el guía, que había partido hace varias horas, les había dado todas las instrucciones pertinentes para no perderse.

Mientras Clement observaba constelaciones con su telescopio, Rick, Blake y Paige intentaban armar una fogata con unos cuantos troncos de madera que Rick había recogido en el pueblo. “Miren lo que he traído para el paseo, muchachos”.

La noche se tornaba más oscura al paso del tiempo. Rick, con una sonrisa de oreja a oreja, mostró una bella orquídea, la cual admiraba con pasión. La sostenía con tal delicadeza que era imposible que algún pétalo de la flor se viese manchado por las manos llenas de tierra por el arduo camino que los mochileros realizaron por toda Latinoamérica.

Blake y Paige se acercaron para ver la flor ya que resultaba muy difícil por la poca luz y la falta de confianza de Rick para acercarla a la fogata. “No me esperaba eso”, dijo Blake. “¿Me creerían si les dijera que voy a plantar esta orquídea en la mitad del desierto?” preguntó Rick. “Eso es imposible, amigo. No hay rastro de vida por varios kilómetros”, contestó Clement.

“Hagamos una apuesta entonces Clement. Yo dejaré esa orquídea aquí en esta arena y si cuando regresemos a este mismo punto en un mes, está muerta, entonces tú ganas”.

“Acepto tu propuesta”, contestó Clement sin pensarlo…

Sigue esta historia que apenas comienza y que ha sido creada entre Sergio D Paez y Cuento Colectivo. ¡Participa e invita a tus amigos!

 

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2 respuestas

  1. La fogata se consumió mientras las estrellas de la noche cubrían los sueños de los mochileros. Esa noche Rick no durmió pensando en su jardín de orquídeas florecido en ese árido desierto. Sus compañeros no hacían más que burlarse de él, pero Rick no dejaba de tener fe de que sus sueños iban a hacerse realidad, pues sentía que era una noche mágica y que todas las noches en ese lugar, deberían ser igual.

    Al día siguiente, regresaron de su travesía y realmente olvidaron la apuesta de ese día. El fin de la aventura mágica pronto llegaría a su fin. Dentro de poco tiempo cada uno volvería a sus vidas normales lejos de la ilusión que Latinoamérica había traído a sus vidas. Las cosas no ocurrieron como esperaban, y no pudieron regresar al mes, a ver qué había pasado con la orquídea. Pronto olvidaron la mágica noche de ese día.

    Ya de regreso en su país de origen, cada quién retoma su cotidianidad y se dedican a sus diferentes proyectos de vida. Pasados 10 años, Rick conoce a la mujer de su vida, la cual es una mujer soñadora como el, aventurera y llena de muchas ilusiones de viajar y conocer el mundo. Sus amigos Paige y Clement viven a su manera también. Paige se había divorciado 2 veces porque ninguno de sus esposos anteriores encajó con su personalidad extrovertida y no había podido tener hijos con ninguno de ellos. Clement por su lado, seguía amando su soltería y continúa viajando por el mundo, explorando nuevas tierras.

    Después de un tiempo, Rick decide casarse y por supuesto invita a sus amigos de toda la vida. Todos recordaron con ilusión ese viaje a Latinoamérica que tanto los marcó y Any, la esposa de Rick, quién es una mujer emprendora, alegre, sencilla, descomplicada y romántica, no dejó de preguntarle a su esposo por detalles de su viaje. Rick al ver el interés de su esposa, la sorprende con su regalo de bodas: Un viaje a Latinoamérica durante 3 meses para recorrer los sitios más paradisiacos y exóticos del sur del continente.

    Así fue como iniciaron esta travesía los nuevos esposos que estaban de luna de miel. Ambos estaban muy felices, sin embargo, Rick aún no recordaba la promesa que había hecho en ese desierto durante esa noche oscura y estrellada donde mágicamente plantó una orquídea en aquel lugar con la ilusión de que floreciera en medio de ese ambiente hostil.

    Rick trató de recorrer los mismos lugares que visitó cuando estaba más joven y estaba rodeado de sus grandes amigos. A medida que el viaje transcurría, Rick se sentía más emocionado y no entendía por qué. No fue hasta cuando llegaron al Desierto de la Tatacoa en la Región Andina Colombiana, cuando Rick pudo entender la razón de su alegría. Recordó aquella apuesta que había hecho con su gran amigo hace tantos años y pudo sentir como la emoción lo invadía y también las ganas de salir corriendo a ver que había ocurrido con la orquídea, lo dominaba.

    En esos momentos le cuenta la historia a su esposa y le pide que la acompañe a ver si había ganado la apuesta después de tantos años.
    La sorpresa fue para ambos cuando encontraron un oasis mágico, rodeado de orquídeas, agua cristalina, arbustos y aves exóticas que con su canto alegraban el paisaje seco y árido de la zona. Frente a oasis Rick lloró y tomó una foto con su celular, mandando en el mensaje adjunto a su amigo Clement: “Te gané la apuesta”.

  2. AUTORES:
    CLAUDIO ROMERO
    ROSIRIS ESMALBACH
    NICOLASA MESA
    ELIAS REYES
    JANETH HERNANDEZ
    DIANA MERIÑO

    A TRAVÉS DE ESTE COMENTARIO QUEREMOS DARLE CONTINUACIÓN A LA HISTORIA SEMBRANDO ORQUÍDEAS EN EL DESIERTO.

    “Acepto tu propuesta”, contestó Clement sin pensarlo. Pero dentro de él una idea burlona al creer que ganaría su apuesta.
    Decidieron partir cada uno con la idea que defendían desde un principio. Rick ese hombre apasionado y esperanzador que veía en lo imposible lo posible, quizá para muchos un romántico, apasionado y soñador y Clement ese hombre razonable, incrédulo y calificado por muchos de sus amigos como una persona dura y poco soñadora.
    El resto de los compañeros le daba el lado a Clement. Ya que creían que la idea de Rick era una idea loca. Con lo que no contaban es que esa noche fría en el desierto, llegó un hombre nostálgico, que quería olvidarse de la vida. Decepcionado por los sin sabores vividos que había perdido la voluntad para vivir. Que sorpresa que se encuentra en el desierto en donde no esperaba encontrar sino la muerte una hermosa orquídea, en la cual encuentra su razón de vivir. Se olvidó poco a poco de aquella idea descabellada de perder la vida. Le dedica su amor, tiempo y cuidados. El al no querer que esa hermosa flor viviera su misma soledad sembró un cactus para que le hiciera compañía. El cactus al ver tan tiernos pétalos no podía permitir que esta muriera bajo la inclemencia del sol. Lucharía con todas sus fuerzas al igual que ese hombre para salvarla. Sin darse cuenta el cactus se fue enamorando de la flor y se desvivía por brindarle sus cuidados y mantenerla húmeda para que no se marchitara. En la profundidad de la tierra su raíces se entrelazaban haciendo de esta una estrecha relación. El sol y la luna al ver este hermoso gesto se solidarizaron con este hermoso proyecto y decidieron acompañarlos en esta labor. El sol bajo sus fuertes rallos convirtiéndose estos en suaves caricias para ella, la luna quien arrullaba por la noche a esa hermosa flor, las estrellas le cantaban hermosas melodías y el viento refrescaba y acariciaba haciéndola sentir segura. También los animales del desierto como los canguros, suricatos, coyotes salían de su madriguera a contemplar y protegerla.
    Pasó el tiempo y un mes después parten los amigos en busca de nuevas aventuras pasando por el desierto. Una vez se acercan ven un colorido que resaltaba dentro de esa imagen lúgubre y seca que es el desierto. Atónito todos ven lo imposible. Un paisaje inimaginable. Mariposas de muchos colores, orquídeas radiantes de energía y un hombre feliz que encontró en esa hermosa orquídea abandonada una razón para vivir y este hermoso paisaje un refugio para viajeros y animales del desierto en busca de paz y armonía.

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