¡Concurso por el séptimo aniversario de Cuento Colectivo!

Fue un 4 de abril de 2011 que nació esta idea llamada Cuento Colectivo. Después de siete años, estamos muy orgullosos de presentar un balance positivo. Comenzamos simplemente como un espacio de escritura colectiva en el cual el objetivo era crear historias a varias manos, inspirados en las técnicas artísticas como el cadáver exquisito y el Oulipo.

Todavía recuerdo con nostalgia esas primeras historias publicadas en la página como “Domingo existencial”, “Pequeña transgresión automática”  o “Trauma post mortem” . También recuerdo la cálida respuesta de tantas personas y organizaciones. La curiosidad de muchos se despertó con una simple idea que fue trasladada a un espacio digital.

Unos cuantos años después, en el 2015, fue creada Inteligencia Colectiva S.A.S., la empresa matriz de Cuento Colectivo. En este caso primero surgió la marca de Cuento Colectivo y después surgió su empresa matriz, tal como algunas de nuestras historias, que comienzan por el final o por la mitad. A través de Inteligencia Colectiva S.A.S. ofrecemos una serie de servicios editoriales como traducciones, redacción de textos, edición de textos, gestión de actividades y lo que hemos denominado storytelling corporativo, que es un mercadeo de contenidos único para cada uno de nuestros clientes, en plataformas digitales.

El proceso ha estado lleno de enseñanzas y de crecimiento. Somos una empresa joven y le debemos todo nuestro éxito a nuestros clientes y usuarios. Es por ese motivo que en este aniversario queremos repartir algunos obsequios a nuestros seguidores más fieles… pero, sobre todo a aquellos con el poder de contar una buena historia. En esta oportunidad, los usuarios deben crear un cuento completo a partir de esta fotografía:

viejo y nuevo

Además, la narración debe tocar el tema de la complementariedad o disonancia entre lo viejo y lo nuevo. Los dos mejores cuentos ganarán uno de los obsequios que estamos repartiendo con motivo de este séptimo aniversario. El cuento debe tener por lo menos 500 palabras y máximo 3000. Así que te invitamos a que participes de este concurso y a que sigas formando parte de nuestra comunidad. Cuento Colectivo hará la selección de los dos ganadores.

Todavía nos quedan muchas metas por cumplir y muchísimas sorpresas por dar. Puedes hacer tu aporte en la zona de comentarios de esta entrada, El concurso está abierto hasta el 30 de abril de 2018. Haz clic en las imágenes para agrandarlas. A continuación, algunas de esas sorpresas que estamos repartiendo.

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6 respuestas

  1. Sigo recordando el día de su boda su esposa estaba muy bonita tal vez nunca se lo dijo y ahora q lave se arrepiente ya es tarde pero bueno tengo q seguir mi padre era mi guía que tristesa qmi padre ubiera muerto asi siendo una persona tan buena también recordaba asu abuela acostadaen su cama y alrededor sus jarines ysus perros q eran su compañiay viajaba por el aire contando su imaginaccion 9

    Texto porMartaLucia Castro

  2. LA PAREJA EXPLOSIVA
    Erase una vez una pareja la cual se conocía desde niños muy espontáneamente se encontraban casualmente ya se por su familia en esa época de niños era muy complicada y por asunto de estatus no los podían ver juntos ni muchos menos tener algo sentimental a paso del tiempo varias veces se veían hablaban compartían mucho cuando se podía sin que sus padres lo supieran llego en día de graduarse de versen por última vez, todos los amigos más allegados que sabían del amor prohibido de ellos los veían muy tristes aun sabiendo que era el día de su graduación pese a ese dia tan especial sabían que iba hacer la última vez que se iban a ver .
    Pero se decía el uno al otro nadie va a impedir que nos amemos que seamos felices, entonces junto con ayuda de los amigos armaron un plan para escaparse los dos, ellos decían que estaban seguros de que dios los tenia destinados para toda la vida, estaban muy seguros eran la pareja perfecta y tenían mucho en común.
    Después de pasar la celebración de su graduación lo habían planeado para ese mismo día a la media noche todo quedo cuadrado, llegaron los papas se acostaron ella mientras tanto en su
    Salió a encontrarse amor pero para sorpresa de todos alguien los delato y el papa de la chica estaba ahí pelearon y se la llevo para la casa y muy temprano se la llevo para otro país ella vivió ahí toda la vida se le paso el amor por el muchacho pasando el tiempo se graduó de tuvo ninguna otra relación después del gran amor de su vida ella decía que las injusticias le molestaban duro toda su vida sola retomando lo de su vida y basada a su prohibición de su padre con el muchacho ella solo pensaba en trabajar y poder ayudar personas de bajos recursos para ella el amor no tenía edad, sea pobre, rico etc. caminando por las calles de newyork se encontró un muchacho y eso fue amor a primera vista y la verdad los dos pensaban casi igual y pasado los días salieron ,compartieron hasta que se enamoraron y ambos no les importaba la edad de cada uno ,lo único interesante era que ellos se amaban y compartían los mismos pensamientos
    Entonces en conclusión no importa los estatus, la edad ni mucho menos dejarse llevar por los demás.
    Lo que importa es ser feliz tener su complemento y sus pensamientos claros y las cosas en común
    Y colorín colorado esta historia a finalizado.

  3. TODO TIEMPO ATRÁS FUE MEJOR

    Esta historia comienza cuando un día platicaba con mi abuela preguntándole como fue la época de su niñez
    Respondió en medio de un suspiro y su voz temblorosa relataba con nostalgia que fue muy hermosa donde no existía la maldad ni el egoísmo los valores se respetaban ante todo los hombres enamoraban con flores y poemas se escuchaban serenatas desde el balcón en sus ojos pude ver que nada volverá hacer como antes cuando me siento tan inseguro en toda parte y solo en los brazos de mi abuela me siento seguro

  4. Erase una vez en la ciudad de Barcelona hace muchos años existía una mujer muy elegante la cual tenia un hombre el cual ella decía que era el gran amor de su vida el era todo un galan con ella su nombre era Luciana y el gran hombre elegante de su vida se llamaba Gerardo . un dia Luciana con gran alegría y con todo su amor le conto a Gerardo que le gustaría formar una familia ya que llevaban muchos años y pensaría que era hora de formar un hogar ,Gerardo al imaginarse que lo que ella quería era atarlo a ella por el resto de su vida el ledijo que aun no se sentía con la capacidad de formar un hogar y llevar el mando de una familia, con gran tristeza Luciana se dio cuenta que todo el amor que el le ofrecia solo quedaba en las miles y miles de cartas que el le escribia y en los poemas y frasese de amor que le hacia llegar a diario a su casa. Poco a poco Gerardo se fue alejando de Luciana y ella con el tiempo se desencanto de todo el amor que el le decía, ya pasado un largo tiempo Luciana decidio dar por terminada la relación ,siendo ella la que le puso punto final a este gran romanse , pero cuando Gerardo se dio cuenta de lo que estaba perdiendo pidió a Luciana otra oportunidad , ella era tanto el amor que le tenia que decidio aceptarlo de nuevo-
    Un dia ella cometio un grave error según Gerando , acepto la invitación de una mujer la cual la invito a tomar te en l le decía que a plaza principal de bacelona, con la gran sorpresa que era la esposa de Gerardo y estaba embarazada, Luciana suffrio demasiado al darse cuenta de que todo el tiempo que ella anduvo con Gerardo el no hacia nada mas que mentirle y atando cabos ella se dio cuenta de todas las veces que el le decía que no podía era porque estaba compartiendo con su esposa paso el tiempo y cieto dia ella ya con muchos años encima salio nuevamente a la plaza central de Barcelona a disfrutar de un atardecer espectacular cuando de repente se sienta junto a ella un hombre de muy corta edad y ella se sorprendio al ver el parecido tan terrible que tenia con el gran amor de su vida , ella le pregunta que si reside aca en Barcelona y el dice que si le pregunta que si conoce a Gerardo y el le dice si el es mi abuelo el cual ya fallecio c. con gran trsteza Luciana le cuenta la historia de amor de ella junto a Gerardo y el se sorprende al saber de todo el amor que ella le ofrecio a su abuelo y ella le dice que la gran ilucion de ella era formar un hogar con el y tener una bella familia en donde el podría ser su nieto al final le dijo que esa era su gran ilucion.

  5. Una nueva oportunidad

    Autor: Laura Mojica

    Él había tomado posiblemente la peor decisión de su vida. Y si por azares del destino, aquella lejana mañana de octubre, él no hubiese decidido salir a tomar su última botella, estaría ahora (lamentablemente) enterrado en una tumba, a la que probablemente solo los que lo conocieron bien, visitarían cada dos meses.
    Pero lo había hecho. Había decido salir esa mañana. Simplemente porque quería disfrutar de un rato de tranquilad antes de acabar con su vida. Si, lo sabía, era estúpido y muchos lo tacharían de cobarde, pero ya no había vuelta atrás.
    Decidió parar de caminar. Calculaba eran las 5 de la mañana por lo que le pareció extraño que, en una de las bancas del parque frente a él, se encontraba una mujer mayor, estaba de espaldas y parecía que solo observa la bonita vista que se suscitaba frente a ella, el cielo aún se hallaba oscuro, pero allá, en el horizonte, había solo unas cuantas nubes tintadas de naranja pálido.
    Se sentó en una banca a solo unos metros de la anciana, tomo aire y saco un cigarrillo de su bolsillo. Se quedó ahí, pensativo, con una botella en su mano izquierda y un cigarrillo en la otra.
    “Tal vez sea mi último día”pensó.
    Aunque muy en el fondo esperaba alguna señal. Solo una. Tenía esperanza de que todo mejoraría, pero así había pensado durante los últimos 4 años y nada había mejorado.
    — ¿Puedo sentarme? — La dulce voz de una mujer lo saco de sus pensamientos.
    Un poco desconcertado y sin ningún motivo para decirle que no, se movió para darle espacio y pronto ambos estaban observando el amanecer.
    —¿Puedo darle un consejo? — El chico volteo a mirarla antes de posar sus ojos al frente y solo asintió. — No lo haga.
    —¿Disculpe?
    —Digo que no lo haga. — Repitió con voz suave. —¿Sabe? He vivido mucho tiempo y me pesa afirmar que esa mirada que usted tiene, es de alguien que ya se rindió ante la vida.
    Era increíble la capacidad que tenían algunas personas para saber ese tipo de cosas con solo mirar a los ojos. Oh simplemente sucedía que aquella anciana ya había pasado por una situación similar.
    —No es tan fácil retractarse. — Hablo el muchacho después de unos segundos. Su voz sonó cansada. — Sobre todo cuando todo parece ir en tu contra.
    —Entonces… ¿Ya lo intento todo? — El joven asintió y la anciana creyó escucharlo murmurar algo, pero no estaba segura. Miro al frente, donde el sol se asomaba y volvió a hablar. — La juventud de ahora solo busca escusas para dejar de seguir luchando. La más mínima cosa los hacer caer y eso es suficiente para tachar que su vida es un fracaso. Son muy pocos los que han logrado salir adelante…
    —¿Cree que no he dado lo mejor de mí?
    — Así es. Si hubiera dado lo mejor de usted, jamás hubiera llegado a la conclusión de que acabar con su vida, era la mejor solución.
    Sabía que una de las razones por las que su vida se volvía ligeramente complicada (conseguir trabajo, más específicamente), era su apariencia. Las personas ni siquiera se tomaban la molestia de conocerlo, su imagen representaba todo lo contrario a “madurez” y odiaba pensar que eso realmente había afectado su vida, pero simplemente era incapaz de cambiar su imagen. Eso era lo que era y se sentía cómodo así. No cambiaría por aquellos estúpidos estereotipos.
    —¿Por que quiere hacerlo? Ya sabe, ponerle fin a su vida. — Aclaro al final al ver que el muchacho la miraba sin entender.
    —Mi familia… — Soltó una risa sin gracia, como recordando algo. — Debió verlos cuando los visite. Estaban aterrados. — Su vos sonó casi sin sentimiento y soltó un bufido. — Me habían despedido del trabajo unas semanas antes, el dinero se acababa y no podía conseguir otro trabajo…Si, me dieron lo que necesitaba con la condición de que no volviera a aparecerme por ahí y un poco mas de idioteces sobre que los había decepcionado y no querían que los avergonzara si volvía siquiera acercarme a su casa.
    Pasaron unos minutos sin que nadie dijera nada, hasta que la anciana se levanto y comenzó a caminar, no sin antes pedirle que la siguiera.
    —Lo que te paso no fue tu culpa. Tu familia no debió responder como lo hizo. Puedo darme cuenta que has pasado por mucho mas para que decidieras que, la solución a tus problemas, era terminar con tu vida. — La anciana se detuvo, y acerco una mano a la mejilla del muchacho. — A partir de hoy empezaras una nueva vida, sera difícil. No te pediré que cambies lo que ya eres, tu apariencia es lo de menos, pero quiero que me prometas que desde ahora darás lo mejor de ti.
    El desconcierto, combinado con la extraña calidez que sentía en su pecho, lo hicieron sentir descubierto. Como si un pesado muro se hubiera venido abajo. Murmuro un “lo prometo” y la anciana le sonrió con ternura, continuando con su caminata.
    Era una nueva vida. Aquella mujer le demostró que no todo estaba perdido. Se le había brindado una nueva oportunidad. Y por nada del mundo iba a desaprovecharla.

  6. Mi querida señora.
    Autora: Valentina González Rendón.

    Mientras cuestionaba el clima qué envolvía sus huesos y removia en ella recuerdos de las palabras que plasmó, pero jamás vivió, o al menos no aprovechó, Amber arrastraba sus pies rítmicamente por el asfalto qué, debido a la soledad de la calle, dejaba escuchar sus respuestas a las pisadas como pequeñas voces que respondían al barullo qué en esos momentos era la cabeza de ésta mujer.
    En medio de la calle suspendió su marcha y frotó sus brazos con las manos en un abrazo a ella misma con el fin de calmar un poco el frío qué se adueñaba de su cuerpo mientras miraba a su al rededor lentamente, analizando cada pequeño lugar que la rodeaba. No le impresionó lo desolado qué se encontraba ni le preocuparon los peligros que podría correr una pobre anciana en medio de tal soledad, si no más bien el hecho de pensar que si estuviera lleno de gente, seguiría estando completamente sola y su mente seguiría siendo su única amenaza.
    -¿Qué es entonces la verdadera libertad?- Gritó lo más fuerte que su desgastada garganta se lo permitía, manchando de su voz el viento congelado de la noche.
    -La libertad como usted la cree, mi señora, no existe- dijo una voz masculina qué parecía haber salido de la nada. 
    Amber se sobresaltó por la inesperada respuesta y giró inmediatamente al lugar de donde provenía la voz, la entrada a un oscuro callejón.
    Era un chico que no aparentaba más de 25 años de edad, su tez extremadamente blanca y su evidente delgadez le hacían parecer un poco enfermo, las ropas qué cubrían los tatuajes qué se asomaban por pequeñas partes visibles dejando a la imaginación un cuerpo lleno de tinta, consistían en una chaqueta de cuero qué cubría la mitad del nombre de una banda que Amber no reconoció, estampado en la camiseta qué llevaba, un Jean gris bastante ceñido a las piernas y botas negras de cuero. De su cabeza parcialmente rapada salía una cresta pintada de un azul bastante llamativo.
    Después de observarlo durante  unos segundos Amber se acercó a él lentamente y, sin desviar la mirada de los ojos verdes qué poseía, le lanzó una sonrisa que regalaba complicidad.
    -Es raro oírlo de un chico que parece estar haciendo con su juventud lo que le viene en gana, y que parece bastante satisfecho con ello.
    -Mi aspecto-, sonrió- No es sinónimo de libertad. Pues el hacer “lo que me viene en gana” sería más un toque de rebeldía, y la libertad, mi querida señora,  es un total antónimo de rebeldía, al menos en mi caso.
    Un gesto de confusión inundó el rostro de Amber, dejando sus dudas más tormentosas qué en un inicio.
    -Pero,  yo desee vestirme como realmente me gustaba cuando tenía tu edad, desee fumar y beber, no convertirme en adicta, pero si qué anhelé probar cosas nuevas. ¿sabes como fue lo que realmente viví? Mi padre no me dejaba estar fuera de casa después de las 8 de la noche, el mismo compraba mis ropas, limitadas a faldas largas y nada de escotes, nisiquiera me atreví a lanzarme al abismo de lo desconocido, pues mi confundida mente ya lo dictaminaba como algo malo.
    El chico salió por completo de la sombra del callejón y rodeó a Amber a paso lento, golpeando primero el suelo con el talón y luego fuertemente con la punta de sus desgastadas botas, sus manos descansaban  en sus bolsillos y miraba tranquilamente hacia el cielo, captando de reojo como ella giraba la cabeza a medida que éste avanzaba. La noche empezaba a tornarse más oscura y pequeñas gotas cristalinas empezaron a descender del cielo.
    -La libertad es un estado en el que puedes sentirte completamente tranquilo y agusto, ya sea contigo mismo o con los demás.  No es un estilo de vida, no es eterna, no existe sin desaparecer. Las gotas qué caen, por ejemplo, podríamos decir que están presas en el mar, cuando es el caso, y experimentan la libertad cuando se evaporan con el fin de condensarse en la hermosas nubes qué para nosotros pueden significar la libertad de nuestras pupilas, pero vuelve a ser una cárcel para ellas, nuevamente son libres cuando la frialdad las envuelve y saborean el viento que recorren hasta que se topan con aquello que las detiene. Amber bajó la mirada hasta sus zapatillas de cuero perfectamente  lustradas, pensando que esta vez habían sido la cárcel de la lluvia qué las cubría.
    El hombre miro a Amber y frunció el ceño al ver que una lágrima caía discretamente por su mejilla, confundiéndose con la lluvia qué en ese momento se intensificó enormemente sin previo aviso, a pesar de esto, ninguno de los dos hizo ningún esfuerzo por refugiarse de ella. Las manos de la mujer estaban empuñando la falda qué traía puesta, como si en cualquier momento se la fuera a arrancar producto de un impulso, a juzgar por el gesto evidentemente inexpresivo qué pintaba su rostro, parecía hacer grandes esfuerzos por no llorar más.
    -Adelante- dijo a Amber con la voz llena de calma.
    Ella alzó lentamente la mirada y clavó sus ojos en los de él, con un miedo irreal a que el hubiera leído su mente y preguntándose si se refería a lo que ella estaba pensando. Alzó una ceja en señal de confusión.
    -Se que quieres hacerlo, vamos, se libre de una buena vez- estiró el brazo tocándole el hombro y dándole un pequeño empujoncito.
    La mente de Amber experimentó una calma extraña dentro del eco de la tormenta qué lanzaba en forma de relámpagos algunos improperios a la acción que estaba a punto de realizar, con la esperanza de opacar el deseo haciendo más grande el miedo.
    Uno, dos pasos. Los pies le pesaban mas de lo normal. Sentía que solo ella avanzaba, mientras todo a su alrededor se congelaba gradualmente. Las gotas de lluvia le susurraban anhelo a sus oídos, acariciaban su piel incitando sus más profundos miedos al pecado, caían en sus ojos obligándolos a cerrarse y ella aprovechaba esto para seguir avanzando como si no mirar garantizara el silencio de sus pensamientos.
    Quizá con el fin de compensar tanta pérdida de tiempo y espera innecesaria, en un abrir y cerrar de ojos se despojo de sus zapatillas y de sus medias, corrió lo más rápido que sus oxidados huesos se lo permitían, analizó el piso en unos segundos buscando el charco más profundo y al creer encontrarlo se lanzó a saltar en él cual niño que desobedece a su madre. Se embarró hasta las rodillas y aquella falda qué gozaba de impecables flores rosas hace unos momentos lucía ahora un satisfactorio color café que le daba un toque de verdadera naturaleza. Tomó con sus manos un poco de barro y, sin pensarlo dos veces, lo esparció por todo su cuerpo como si se tratará de el mismísimo elixir de la juventud. Salió de aquel charco y continuó corriendo, alzó los brazos en señal de victoria y empezó a dar circulos en su puesto, levantó la cabeza y desgarró un grito al viento que poseía una mezcla inconfundible de euforia, alegría, y una mancha de rabia, quizá por no haberse dado la oportunidad de experimentar tan maravillosa sensación antes.
    Amber estaba tan absorta en su felicidad que hasta un tropezón lo disfrutó, pues al caerse sentada se acostó totalmente y miró hacia el cielo, dejando qué la lluvia se hiciera sentir en su rostro, abrió la boca y saco la lengua para saborearla. En ese momento recordó al chico que la había impulsado a hacer todo esto y levantó la cabeza buscándolo rápidamente.
    El permanecía sentado en un andén cerca de donde ella estaba acostada, observando con una sonrisa pintada en el rostro todo lo que hacía. Amber lo observó durante unos segundos y le regalo la carcajada más sincera qué jamás había articulado, acompañada de unas pequeñas lágrimas que se despedían de sus ojos para saludar a sus mejillas en el camino.
    -Así que, ¿a esto sabe la libertad?- dijo con la voz cargada de inocencia.
    -Dulce, agria, ácida, amarga, sucia, limpia, calzada o descalzada, sabe a mar, a tierra, a pasto mojado o recién podado- respondió mientras estiraba los pies-. Se saborea con azúcar o sin ella, con los ojos cerrados o abiertos, de día o de noche, vestido o desnudos, en calma o eufórico, se siente en el alma, se toma tu cuerpo y lo hace explotar, o reconstruirse. La libertad, mi querida señora, sabe a sentirse bien.

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