Segundos de pánico glacial

¿Cómo terminamos aquí? Por supuesto, otra de las grandes ideas de Kike. Mi sentido común me decía lo contrario, pero su poder de persuasión terminó conmigo diciendo que era una buena idea y ahora aquí estamos. Sin que esta chatarra arranque y con el hielo a punto de ceder. Desde la furgoneta, veíamos como el hielo se fracturaba lentamente. La respiración de Kike se tornaba cada vez más pesada, no tenía la sangre para este tipo de situaciones. La vida de ambos estaba en mis manos.

“Abre la puerta y bájate de la furgoneta lo más lento que puedas. Ni se te ocurra hacer momentos bruscos o tirarte al hielo de golpe”.

Kike se balanceaba de un lado a otro, mirando fijamente a un punto. “No… no sé si pueda hacer eso”.

Tras una fuerte bofetada de mi parte, Kike pareció volver a sí.

“Escúchame idiota, haz exactamente lo que te digo si quieres salir de aquí con vida. Te lo diré una vez más, sal lo más lento posible de la furgoneta, tenemos poco tiempo antes de que este hielo se rompa del todo y nuestros chances de salir con vida de aquí disminuyen con cada segundo que pasa…

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