Invéntale un título a esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Héctor Cote, Marlene Arias y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Es lo único que hace falta para terminarlo. El que hay en el momento es provisional. Participa en la zona de comentarios de esta publicación.
La conocí una noche en un café. Bella, inteligente, risa descarada, cabellos ondulantes, boca acanalada. La amé desde el primer momento, y la hice mía, aún sin tocarla. Vivimos juntos muchos sueños y hablamos de tener hijos y nietos, pero ella se encolerizaba a veces y no dejaba siquiera que le hablara, era frágil como un gato, irascible como el viento. Soporté muchas veces sus desplantes y lloraba.
Lloraba por mi amante, mi bella, mi amada. Cuando al fin nos decidimos, nos mudamos a un cuartucho viejo, triste y melancólico. Yo le escribía poesía y tocaba el saxofón, mientras ella danzaba al ritmo de la fantasía y la ilusión. Fue un amor alucinado, insano. Pero como lo prohibido siempre es mejor, nos entregamos en cuerpo, alma y deseo… no escuchamos nada.
Con la alborada se fue su juventud, se puso pálida y sus azules ojos se apagaron como se apagan las brasas en el agua, no entendí nada. Hoy la veo, conectada a una máquina, no habla, ya no dice nada, solo me queda su recuerdo, bellos recuerdos de cuanto la amaba.