Continúa este cuento inspirado en Gabriel García Márquez

Cuento en construcción

Este cuento ha avanzado de esta manera gracias a los aportes de Elvira Zamora, Enrique Vergara, Sergio Mendoza y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. La propuesta surgió a partir de este ejercicio en el cual la idea es contar qué te pasa en los zapatos del personaje famoso de tu escogencia. ¡Sigue participando! Tienes la opción de concluir la historia o sólo seguirla. El ejercicio está abierto de forma indefinida.

Foto tomada en 1995 por Ricardo Gutiérrez

I

Me escabullí a mi escritorio, quería dejar escrita la novela antes de partir de viaje. Me senté en mi sillón de cuero y comencé. Por la ventana se desmoronaban las hojas otoñales y eso me dejaba un regalo a los ojos. Me encendí con esas visiones y me pregunté: “¿Y si hubiese hecho volar a Remedios la Bella en medio de las hojas del otoño? La habría envuelto en un torbellino y cuando subiera más arriba de las nubes parecería una virgen”.

Sonreí ante la idea y volví a mi página en blanco, aunque no lograba liar mi cabeza en mi mano comencé: “la plaza se llenaba de mecanógrafos atados a sus sillas que esperaban a aquellos que pedían a gritos palabras, algunas llenas de remilgos, otras versadas para el amor, otras en trámite para sus pensiones”. En ese momento alguien abrió la puerta de la oficina, interrumpiendo mi flujo de ideas. Era Mercedes, que llegaba del mercado de las pulgas con toda una serie de objetos curiosos.

“Te traje este separador de hojas de figuras surreales y una agenda nueva para reemplazar la que dejaste en el taxi hace un par de días” dijo Mercedes, mi amada esposa. “Cómo va esa novela” me preguntó, a lo que yo le contesté: “Ahí… dándole”. “Bueno recuerda que mañana viajamos a Colombia y la agenda está apretada entonces trata de conservar tu energía. No te vayas a trasnochar Gabito”.

II

Tenía que entregar el trabajo de español en tres días. Es un ensayo acerca de la novela de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad” y no he empezado a leer ni la primera página de ese libro tan grueso. Este trabajo significa el 50% de la nota de todo el año y con el acumulado que llevo hasta ahora, no me alcanza. En realidad esa materia de Español me gusta, sin embargo, es el hecho de que sea una obligación a lo que me opongo. Cada quién debería tener la libertad de aprender lo que quiera según mi punto de vista.

Luego de posponer todo el día la lectura, decidí iniciar a eso de las 6 p.m. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”… eso fue todo lo que tomó para engancharme en la historia de la familia Buendía y en un recorrido histórico por Colombia e incluso Latinoamérica.

No podía creer tanta agilidad con la palabra, tanta astucia y sentido del humor. Además, es estilo no lineal de narrar de García Márquez me pareció genial. Al terminar la novela ya era un hecho, era este mi libro preferido de todos los tiempos y García Márquez mi ídolo. Me causaba una curiosidad tremenda conocer al autor de la obra, sin embargo, dudaba que eso fuera a pasar. No obstante, sólo por un momento, me imaginé en el mismo lugar con Gabo, charlando con él. Tal vez no era una idea tan imposible.

Al final me fue muy bien en mi examen final. El año escolar terminó y ya había decidido a dónde quería pasar mis vacaciones. Iba a comenzar por las playas colombianas de Cartagena de Indias y desde allí empezaría un recorrido por el territorio colombiano…

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One Response

  1. Al día siguiente ya estabamos en La Heróica… protagonista de tantas de mis ficciones. Mercedes ya había organizado toda nuestra agenda. Estaríamos en Cartagena de Indias, dos días despues viajaríamos a Barranquilla a reunión con varios de mis viejos amigos, dos días después iríamos a Aracataca a visitar a la familia, para después regresar de nuevo a Cartagena por unas semanas más.

    Cartagena de Indias me pareció una ciudad con muchos contrastes. Por un lado estaba la hermosa ciudad antigua, o el Centro como le dicen los cartageneros, construida en la época de la colonia y con una arquitectura bella y antigua. Sin embargo, por el otro, en la ciudad también se evidencia mucho la pobreza y la falta de oportunidades, típica de nuestros países latinoamericanos, México incluido.

    Entré a una librería a preguntar si sabían en dónde quedaba ubicada la casa de Gabriel García Márquez, tenía entendido que el autor tenía uno de sus casas allí. La señora de la librería me dijo no sólo en donde quedaba su casa, si no que el nobel se encontraba en la ciudad en esos días, de vacaciones con su esposa. ¡Que entusiasmo el que sentí!

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