Cuento en construcción
Sigue esta texto escrito hasta el momento entre Julio Fernando Cubillos, Nedda y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. El ejercicio está abierto de manera indefinida y una vez sepamos el final de la historia, le inventaremos títulos. Imágenes que acompañen el cuento también son bienvenidas.
Las letras parecían brotar del libro de la vida, sin embargo, no decían mi nombre. La pálida fe que iluminaba mi sendero, parpadeaba intentando extinguirse. El manto de la sombra que en silencio espera, acechaba junto con un coro muerto de ángeles caídos, testigos fieles de mi destierro. La eternidad me aguardaba y un sol que no veré nunca más, juraba vengarse y destruirme.
Todo lo que necesitaba sin embargo, se encontraba ahí mismo. Sabía que buscando en mi memoria casi destruida, podría encontrar los signos que me orientaran hacia una salida. Por cobardía esperaba, aunque la paciencia no fuera una de mis virtudes…
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Sin embargo, un instinto ancestral de vida dejó su estado larvario y extendió su cuerpo pegajoso y frágil, hasta que las alas coloridas emergieron. Se exhibieron ante un sol rendido a sus encantos. Dejándome llevar, había recorrido los caminos que solamente podemos ver con la memoria colectiva.
Los ángeles se levantaron; sus voces cantaron en perfecta armonía.
Es que la fe se tuvo que fortalecer para arrancarme de las garras de la muerte. Por fin, arrinconó a la sombra confundida, mientras mi nombre brillaba una vez más inscrito en el libro de la vida.
Aún no había llegado mi momento.