Cuento en construcción
Continúa esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Antonia Rangel, Roberto Del Vecchyo, Nedda, Ricardo Monsalve y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Tienes la opción de terminar o continar la historia. Una vez sepamos el final le inventaremos títulos.
Llegó demasiado tarde, ya no podía hacer nada por él, no pudo despedirse. Al salir de la casa entendió que él podía ser el próximo. Masticar sus recuerdos no es algo que fuera fortuito en su persona, todo lo contrario, el análisis metódico de las cosas circunstancias y personajes que pasaban por su vida era parte inherente en él.
Todo comenzó en la escuela, donde los niños acostumbraban como forma rutinaria golpear o acribillar a sus compañeros más débiles con piedras o lo que tuvieran a la mano. Para sobrevivir, aprendió el lenguaje facial, aprendió a traducirlo, mejoró sus sentidos. Primero el oído, luego la nariz, hasta al final dejó los ojos, consciente de que era uno de los sentidos que al momento de conectarse podría ser demasiado tarde para la reacción.
Recordar aquello en esos momentos le parecía fútil, debía estar analizando el ambiente, los olores, ese cosquilleo que sentía en la piel. Sabía y sentía que tenía que estar buscando algo, pero eran demasiado pocas las pistas reales y sólo tuvo tiempo para echar una ojeada antes de retirarse.
Sabía que no demoraría en llegar la policía y no tenía una explicación coherente para dar. ¿Le creerían que llegó hasta allí a causa de un presentimiento? Nada más podía guiarse por su intuición, más el método de razonamiento que perfeccionó durante su trabajo de detective privado con el propio Salinas, que ahora yacía muerto y solo en la vieja casona.
Pero, si Salinas estaba muerto, si Salinas era su mentor ¿Qué le podría pasar ahora a él? Si mataron a su maestro, seguro que es más sencillo matar al alumno. ¿Por qué matar a Salinas? Y más aún: ¿Por qué matar al alumno? Todos estos pensamientos rumiaban su mente. Ese era el punto preciso que su instinto le dictaba, no había posibilidad de una muerte accidental o circunstancial, sabía que habían ido por su mentor y ahora sabía que venían por él.
Muy en el fondo sentía miedo. Salinas tenía una capacidad tremenda para prever los eventos, no obstante, si Salinas había muerto a manos de alguien, sobra decir que ellos se le adelantaron. En conclusión, así como estuvieron varios pasos adelante de su maestro, era probable que fueran capaces de superarlo a él también.
Fue entonces cuando escuchó su teléfono celular sonar. Era su esposa quien susurró “Tony, ayúdanos” y enseguida colgó. Tony se detuvo por un momento sin aliento, como si se le hubiera escapado el alma. Entonces comenzó a correr de forma frenética…
One Response
Al correr, frenéticamente, su mente no podía más que repasar los hechos, a la vez que una voz le imperaba “es una trampa, son demasiadas casualidades; la muerte del maestro, encontrarse en el lugar no adecuado, la falta de tiempo para borrar la escena, la llamada…”. Por una corazonada detuvo su andar; era cierto, muchas “casualidades”.
¿Era su esposa en realidad, o eso lo provocaron a pensar?
Muchas coincidencias…