Cuento en construcción
Este historia ha sido escrita hasta el momento entre Elvira Zamora, Gladys Trujillo, Edna Montes, Lidia Blanca Castro Hernando, Andrea y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Continúa o termina esta historia. Queda poco tiempo. ¡Participa!
Pensé que sería un día como cualquier otro, sin embargo, la serie de acontecimientos en conmemoración al nacimiento de Matta me traían distraída. Al ver la cartelera gigante me quedé prendada en su fecha. ¿Qué significado podría tener tan peculiar fecha salvo la característica de poder leerse al derecho y al revés?
Tal vez era un recordatorio de que si mi vida estaba al derecho o al revés era mi responsabilidad, no ‘magia’. En ese momento recordé que recién a mis 33 años (11+11+11) yo me había dado cuenta quién era realmente, qué era lo que quería hacer de mi vida y a quién amaba de verdad. ¿Y cómo no recordar que Cristo murió crucificado a los 33 años? Eran muchas cosas, me sentí abrumada.
Me sentí abrumada, pero también satisfecha de haber elegido que hacer con mi vida. No podía descifrar que motivo particular hizo que se encendiera la luz para poder ver esta elección tan importante. Quizás el hecho de repensar un poco mi historia, la asociación de la fecha con la muerte de Cristo, recordar mi niñez en el colegio de monjas, y por qué no, darme cuenta que estoy en la mitad de mi vida, y que es es ahora cuando debo poner en práctica mis decisiones.
One Response
Tanto pensar en temas así de serios hizo que terminara de forma inevitable en el bar de la esquina, después de todo, era viernes. Fue el cantinero el que terminó oyendo todas mis desgracias y a eso de las 10:40 p.m. me fui del bar. Caminé en zig zag hasta mi casa y una vez allí, se me ocurrió la gran idea de llamar a Gustavo, mi verdadero amor, y decirle todo lo que no había tenido el coraje de decirle. Sin embargo, su celular estaba apagado.
Fue entonces que se me ocurrió la gran idea de manejar hasta su casa. Tomé las llaves de mi Volkswagen Beetle, me subí en el y abrí mi parqueadero. Entonces encendí el motor y emprendí mi camino, sin darme cuenta de que había dejado el garaje abierto. A eso de las 11:11 p.m. fue que ocurrió el desastre. Perdí el control del auto en una curva, a 120 km/hr. Mi carro terminó destruido y yo por poco pierdo la vida.
Quizás la culpa fue del alcohol que había tomado de más, tal vez fue todo por frustración… por no saber qué sería de mi vida en ese momento en específico. Sólo sé que siempre recordaré ese 11 de noviembre de 2011 como el día que por estar deprimida porque me vida estaba al derecho y al revés, terminé dejandola más patas para arriba todavía.
Título: Vinagre para la herida