Suscríbete a nuestro boletín para que recibas nuestras actualizaciones sobre escritura creativa, ficción, marketing de contenidos y mucho más.
Cuento Colectivo® es una marca de Inteligencia Colectiva S.A.S. Fue fundada por Jairo Echeverri García, soñador despierto y contador de historias incansable.
Suscríbete a nuestro boletín para que recibas nuestras actualizaciones sobre escritura creativa, ficción, marketing de contenidos y mucho más.
Copyright © 2024. Todos los derechos reservados.
5 respuestas
Su vida era simple, monótona, sin grandes preocupaciones ni excitantes sucesos. Podríamos decir que era una vida regida por las “a”: aburrida, apática, abúlica, abotagada.
Cierto día, oscuras nubes aparecieron en su camino y taparon el sol que aseguraba su común, soso y no comprometido bienestar cotidiano.
Algo sucedió. Un revés imprevisto lo puso patas para arriba y lo obligó a replantearse su situación y forma de vivir. Dio un salto digno de un osado trapecista.
Sus padre, al notar el increíble cambio, alzó los brazos al cielo y le agradeció a Dios, Alá, Mahoma, Buda… el magnífico milagro!!!
Me decía mi abuelo,«Solos podemos hacer cosas maravillosas; juntos podemos alcanzar lo sorprendente, lo que en la soledad podríamos haber considerado imposible», y luego me quedaba pensando en las cosas que podrían ser imposibles.
Imaginaba milagros realizado pero nunca podía imaginarme como podrían lograrse, por más personas que incluyera en mi imaginación. El punto estaba en lo imaginaba yo solo.
Fue hasta que conocí a Juan que pude experimentar lo que decía mi abuelo. Un día estábamos mi amigo y yo jugando en el lago, nos divertíamos simplemente por estar juntos, hacíamos sin pensar, fluíamos en la labor de ser. Empezamos a pararnos de manos, a brincar lo más alto que podíamos, cuando empezamos usarnos para impulsarnos. Grité ¡vuela Juan! y con las dos manos lo impulsé del pie como si fuera catapulta. Por un momento Juan parecía suspendido en el aire, fue como si el tiempo se parara unos segundos. La cara de Juan lucía extasiada, como si fuera uno con todo, uno con mis deseos. Sentí que yo mismo era el que volaba.
Ella intenta caminar, más su infrestructura, continua y la deja en ese lugar frío, en la justa frontera del transito, temblando de miedo y segura de nada.. La madre alega quejidos buscando su niña, intentando rescatarla, bruscamente se desvanece, se aleja estructurandose en el mundo paralelo, ¡silencio!, es lo unico que pide, por favor silencio y no respirar.. dejemos el destino a una fuerza superior, desagamonos de esa responsabilidad de conocer…
Regularmente.
-regresa niña mia a este mundo, regresa conmigo, abrazame y siéntete acogida, siente mi calor-, la madre canta. Sin emargo, el tiempo corre velozmente y las circunstancias suceden en su contra, la niña duerme, pero no sueña, solo resuena ilusionada por una magia no conocida, por un anhelo despreocupado del mundo paralelo, trabajando y divagando al rededor de la luz, asustada, de su soledad de guardiana de todo el motor de la vida, de la nada y de un mundo pequeño sin melancolía consintiendo años pasados…
A esa hora de la tarde la mar estaba calma y el cielo tormentoso. Solo dos sombras se distinguían en la distancia; dos sombras que enseñaban en movimientos cuánto se podía hacer cuando dos personas se reunían y soñaban. Nadie hubiera imaginado que al acercarse se encontraría de frente con dos personas unidas por un fin único. Allí estaban, en medio de la serena y límpida agua marina, Samuel y Alonso. Se les veía alegres, o quizá felices. En todo caso sus cuerpos hablaban y gritaban al viento, a las nubes, al agua, a las aves, a los peces, a todos los seres vivientes y a todas las cosas inanimadas: he aquí a dos hombres de distintas generaciones unidos por un único sueño. Nada nos impedirá alcanzarlo.
Samuel dio media vuelta y miró a Alonso que estaba a su lado, y le preguntó:
-¿Hasta donde quieres llegar?
-A lo más alto.
-¿Hasta las nubes?
-No. Más alto.
-¿Hasta las estrellas?
-Sí. Y mucho más allá-.
-Entonces, para llegar mucho más allá, deberás empezar por lo más bajo-. Luego, tomándolo por los brazos y apoyando sus pies sobre sus piernas, lo lanzó hacia arriba mientras Alonso iba volando con su imaginación hasta ver los pájaros que volaban a su lado. Así una y otra vez hasta que consiguió ver las estrellas.
-¡He llegado!-gritó alegremente.
-¿Has llegado?-le preguntó Samuel.
-Sí, he llegado. Y todo es muy hermoso.
-Entonces has aprendido a volar alto.
El mar quedaba lejos, a miles de kilómetros de nuestra casa, aún no lo conocía salvo por los libros que los pintaban de un azul profundo y profano. Nos juntamos con Maxi e hicimos de la idea del océano azulado una aventura. Iríamos, como el mejor personaje de García Márquez, a conocer el mar. Eso haríamos conocer ese monstruo azulado que se traga el sol diariamente como un eterno mito griego….Maxi asintió la historia comenzaba