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Cuento Colectivo® es una marca de Inteligencia Colectiva S.A.S. Fue fundada por Jairo Echeverri García, soñador despierto y contador de historias incansable.
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La familia Perez, inicio con el enamoramiento de Raul y luisa, donde al pasar el tiempo se cuidaron mutuamente y se dieron cuenta que eran el uno para el otro, porque los hijos formaron hogares, los nietos fueron creciendo y consideraron que si existe el amor real, por que el amor todo lo puede, todo lo espera, todo lo soporta,no existe envidia y solo se busca la felicidad del otro y así vivieron al transcurrir el tiempo por muchos años.
Pero como todo cuento de hadas, no puede ser “todo” felicidad, ya que doña luisa tuvo que padecer de una de las enfermedades bomba del siglo XXI “el cáncer” el cual se la llevo tan rápido como un cometa fugas, Raul quedo tan vacío que no sabia como llenar su alma nuevamente. el día de noche buena en la ciudad de california, don raul se vio tan solitario y enfermo que decidió salir a contemplar el cielo, al amanecer llegaron sus hijos de visita y lo encontraron totalmente congelado y triste.
Pues la noche era muy fría, el vació de no tener a su amada Luisa, sentía que su vida ya no tenia sentido, la extrañaba mucho, estaba solo y abandonado, el frió de la noche se concentraba en su piel ya llegaba a sus huesos, al ver a su familia toda su vida paso por delante, recordó todo lo bonito que había vivido junto a ellos, los amaba con toda su alma.
Entro a su casa, vio el bello árbol de Navidad que siempre adornaban en familia, los regalos que estaban debajo de el, pidió a su familia que se sentaran alrededor de este para abrir los regalos que tenia para ellos, volvió a sonreír, por que después de todo su bella y amada Luisa estaba cerca a el. Nunca lo abandonaría.
Sabia que estaba vivo, por que su corazón aun latía como cuando era joven, por que sentía hambre , sueño y frío. Pero era consciente que se había vuelto invisible para todos. Hablaba y no lo escuchaban, pedía y no le brindaban. Que diferente era cuando trabajaba y aportaba todo en el hogar. Los hijos pequeños lo abrazaban, lo mimaban, reían y jugaban con el, cuando llegaba del trabajo, y hasta el perro meneaba la cola y daba vueltas por todo el lugar. El guiso que preparaba su esposa emanaba un delicioso olor que invadía todo el ambiente, invitando a sentarse a la mesa de blancos manteles y flores frescas. Hoy, estaba viudo, sus hijos se fueron a buscar futuro y sus nietos tenían escuelas nuevas lejos de allí, su casa, era un asilo junto a otros 12 ancianos sin familia, sin esperanzas, sin ilusiones. Olvidados de las familias, la sociedad, la vida misma.
y así, con su tristeza, su rabia y su dolor, se dejo llevar, dejó que el viento lo arrullara, que el frió le calara hasta el más profundo de los huesos, y que la inclemente muerte llegara despacio, muy despacio, lentamente, como saboreando su triunfo. Poco a poco cerro sus ojos y se dejó llevar, sin ganas de luchar por nada.