Creale un nudo a la historia de Jonás y la ballena

Cuento en construcción

Sigue esta historia creada hasta el momento por Luis Iglesias, Maite Guzmán y la intervención del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos.

Como todos los sábados, apenas pasado el mediodía, Jonás comenzó el ritual preparatorio para sumergirse en su paraíso particular. Se colocó su traje completo de buceo, verificó que el tanque de oxígeno funcionara correctamente, se colocó las antiparras con el ajuste preciso y necesario para evitar que el agua no se infiltrara dentro de ellas y minutos después se dejó caer en el mar. A partir de ese momento, comenzaba el tiempo de relajación, el espacio compartido sólo por él y su alma.

Mientras caía, sentía como dejaba toda su vida en la superficie. Se adentraba al mar como se adentraba en las profundidades de su ser. La percepción de la realidad era tan distinta, le sobraban unos sentidos y le faltaban otros, era la misma sensación de éxtasis profundo que lo embargó la primera vez que entró al océano, hace tanto tiempo ya. Pensaba, como siempre le ocurría.

Se fascinaba con la calma y el ritmo de las profundidades del mar, veía el transcurrir de la vida para sus habitantes, observaba los colores vivos. Trataba de desentrañar ese universo y, extrañamente, se sentía parte de él. Había una familiaridad que lo mantenía allí, un lazo que nunca pudo romper y que finalmente terminó por aceptar. Mientras estaba solo con sus pensamientos ante aquella inmensidad, por más que tratara el tiempo nunca le era suficiente…

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Una respuesta

  1. Estaba distraído mirando los colores de una manada de peces cuando de repente comenzó en su tórax una sensación extraña. Jonás se empezó a sentir un poco desorientado, era una especie de vibración en su cuerpo que nunca había sentido y que lo estaba haciendo perder la paciencia. Entonces volteó hacia la izquierda y la vio casi encima.

    Se impresionó, en los primeros instantes, de no saber qué era lo que estaba viendo y, por reflejo, se separó de la criatura. Fue entonces que pudo mirarla mejor… era una gran ballena jorobada, que emitía su canto…

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