Del otro lado del reflejo

Te invitamos a continuar o terminar esta historia. Esto apenas comienza, atrévete a darle forma a la trama. El título que hay en el momento es provisional.

reflejo¿Qué tal si del otro lado de los reflejos hay vida? Siempre pienso al verme en el espejo, o mi reflejo en cualquier parte, qué tal que del otro lado haya vida y esos son los únicos momentos que nos cruzamos. ¿Qué tal que nosotros seamos el lado irreal?…

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3 respuestas

  1. …Las sombras cimbreaban dibujando el reflejo de sus pisadas,… que al escapar, se hundían más y más en las removidas arenas del pantano…En minutos, el reflejo se extinguió sumiendo al individuo en una muerte segura,…la axfisia se cernia violenta enroscándose “como hidra mortal” en su corpulento cuerpo. Un leve !axiliooo! inútil, que nadie podía oir,..le fué sumiendo en una terrible muerte,… dando por concluida la persecución y, extinguiéndose inexorable su reflejo para siempre………..Marianarija

    P.D(Les envio mi “relato-colaboración” para segir o terminar el “relato-historia” que uds. nos proponen, si este fuera de su agrado y si lo consideran extenso, acórtenlo a como de lugar)…espero sea de su agrado y me avisen si les sirvió y al final de la historia, se verá publicada)….Les dejo mi afectuoso saludo. Marian Arija

  2. Aquí, del otro lado del espejo.
    ¿Qué tal si del otro lado de los reflejos hay vida? Es el pensamiento que atraviesa mi mente al verme en el espejo o mi reflejo en cualquier parte. ¿Qué tal que del otro lado hay vida y esos son los únicos momentos que nos cruzamos? ¿Qué tal que nosotros seamos el lado irreal? (paráfrasis del texto en cuento colectivo).
    Me miro y me miro y me vuelvo a mirar en el espejo. Paso mi mano por el cabello, reviso mis ojos, mi nariz, boca, ropa, etc. Todas las mañanas es el mismo ritual antes de salir. Camino al trabajo, en el que siempre hago lo mismo, y me pregunto: ¿qué hará mi reflejo mientras estamos separados? Es una locura, sin duda, pero me mantiene ocupado todo el día. En la noche regreso a casa y no hago lo habitual: esta vez me dirijo al espejo y permanezco sentado frente a él horas, toda la noche, duermo frente a él.
    Me miro, ya es otro día, reviso mi aspecto mientras imagino al tipo del otro lado del espejo, el tipo que no es yo y yo no soy él, pero somos el mismo. Salgo al trabajo. Reflexiono. Llego a casa casi al final del día. De nuevo me siento frente al espejo.
    Así pasan dos semanas, realizando la misma acción que me hace caer en la monotonía hasta que, una noche, al llegar, mi reflejo ya me esperaba sentado del otro lado del espejo. No lo noté en un principio, pero al hacerlo no hice más que ir a mi lugar, ya habitual, frente a mi reflejo. Permanecí ahí gran rato.
    -Tú crees que yo soy tu reflejo- rompió el silencio su voz, que era igual a la mía.
    -¿Disculpa? ¿Acabas de… de… hablarme…?- tartamudeé. Debo estar loco, pensé.
    -No, no estás loco. A veces es bueno hablar con nuestro reflejo, y eso es lo que hago.
    -¿Qué dices?
    -Digo que tú eres el reflejo y debes dejar de pensar ya lo contrario. Los mismos pensamientos no te llevan a nada.
    -Te equivocas. Ya no digas nada, ni siquiera eres real.
    Y así fue, el reflejo se quedó callado, sin vida, imitando mis movimientos; imitándolos en la misma forma en la que solía hacerlo siempre.
    Desperté, me bañé y, al salir, noté algo diferente en el espejo: ¡No me veía ahí! Froté mis ojos, pero todo seguía igual. Me arreglé y peiné sin poder mirarme y salí a la calle. Caminaba paranoicamente, en un principio, con el pensamiento de que la gente me miraba por mi aspecto extraño, pero al reflexionar me di cuenta de que me sentía perseguido, sin embargo, la sensación seguía aunque nadie se encontrara cerca de mí.
    Caminaba más y más aprisa; no sabía ni porqué. De pronto perdí el camino al trabajo, ya ni siquiera sabía a dónde me dirigía, sólo huía. Mientras caminaba/corría me di cuenta, en una ventana, que se encontraba “él”, pero no seguía mis movimientos.
    -¡No es así!- me dije –debo seguir soñando.
    A pesar de que repetía esa última frase en mi cabeza sin parar, seguía huyendo y seguía viéndome en todas partes; ya no era sólo en cristales, ventanas, autos, era también en edificios, casas, árboles. Mi imagen por todos lados, burlándose de mí y haciéndome dudar de ser yo el real.
    Sin saber cómo, llegué a casa; al único lugar en el que creía que estaría seguro. Más tarde caí en el error de que había sido ahí en donde comenzó todo. Me di cuenta, también de que mi reflejo estaba observándome desde una esquina, pero ya no era mi reflejo, ahora era algo similar a un clon; se había materializado.
    Corrí al cuarto y noté que se encontraba de nuevo en el espejo y me miraba sonriente. No pude reprimir más mis impulsos y tiré el espejo. Mientras lo miraba en el suelo me di cuenta que, otra vez, él había escapado. No lo veía, pero si lo escuchaba y su voz salía del espejo. Lo vi sentado en mi cama. Me miraba. No supe qué fue lo que pasó por mi mente que me orilló a golpear el espejo hasta estrellarlo. Al hacerlo, noté que además de estrellarse el cristal, se le hizo una grieta al hombre; ahora era él el que tenía miedo. Continué sin detenerme hasta casi haber hecho polvo el espejo.
    De pronto me sentí débil, me sentí pesado, veía la habitación borrarse. Había acabado con mi pesadilla, había acabado con mi locura; había acabado con su vida, y a la vez con la mía.

  3. las irreales.

    -¿Puede usted contarme una historia?

    Hace mucho no lo hace, hace tanto no la leo.

    -¿Puede usted manifestarse ante mí?

    He soñado que estábamos juntas como otras veces.

    -Las dos sentadas, una al frente de la otra.

    -Había un vaso de agua fría y otro de agua caliente.

    -Mi mano derecha se mezclaba con la izquierda suya.

    -Su mano derecha en el vaso de agua fría.

    -Mi mano izquierda en el vaso de agua caliente.

    -Esa energía habitual que me perturba se extendió sobre mi cuerpo.

    Recurrí a la violencia.

    -El calor percibió nuestra historia sin nuestro origen.

    Íntimamente percibí parte de su conciencia.

    -Usted aceptó y yo tenía mi mano derecha en el vaso de agua fría.

    Quise revivir la energía, pero se cristalizó delante de nuestros ojos.

    -El monstruo inaceptable de nuestro deseo se evaporó hacia nuestros ombligos.

    -Incendiamos un secreto, pero éste aun no se consumió.

    -Repliqué mentalmente un deseo, su deseo, mi miedo.

    -Arriesgarse a la ambigüedad fue su propuesta, yo la acepté.

    -Imaginé perspectivas, testigos.

    -La luz desapareció y la oscuridad iluminó nuestras bocas.

    -La sombra de nuestras lenguas congelaban el agua y nuestras manos, las mojadas.

    -Toleramos la violencia.

    -Fenómenos sin significado se interpretaron en el silencio y el legado de nuestras miradas vacías.

    -Buscamos causas irreales de nuestra existencia.

    -La causa que accionaría nuestros pensamientos y sentimientos.

    Nuestra historia.

    -¿Qué fue de nuestra historia?, preguntó la ansiedad.

    -Usted me silenció.

    -Hice, deshizo, desperté, durmió, aparecí, desapareció.

    -Usted era lo otro, yo algo igual.

    -Hegel; penetró en nuestro espíritu.

    -Yo me negué, usted lo superó.

    -Creamos Naturaleza, portamos una máscara en nuestro alrededor.

    -Mi mano izquierda manipulando su derecha.

    -Su izquierda manipulando mi derecha.

    -Sacrifiqué mi deseo.

    -¡Pagana individualista!, me gritó usted.

    Acontecimiento, sueño, vida.

    -El sudor de nuestra mente depositó en un sentido la tragedia.

    -El tacto carecía también de dioses.

    -Nos transferimos a otro mundo, al Valle de los Murmullos.

    ¡Que me bese, que me toque, que me hable, que me abrace!

    ¡Que me hable, que me bese, que me abrace, que me toque!

    ¡Que me toque, que me abrace, que me hable, que me bese!

    ¡Que me abrace, que me hable, que me toque, que me bese!

    -El príncipe invisible, nos condena visitantes de la ciudad divina.

    -Querido Hegel, ¿qué os ocurre, ella se limitó al arco triunfal del mundo?

    ¿Qué os ha hecho humano?

    La gravedad difícil de borrar, respondió.

    -Su mano de mi mano tocándose las cejas.

    -Mi mano de su mano tocando las mías.

    Risas, madurez, madurez.

    -El enigma del camino nos llevo a recorrerlo.

    -Lo descubrimos.

    -Un obstáculo, el hombre. ¿Cómo, en qué?

    -Los días pasan, así como nuestra verdad interior, me absorbí en su esencia.

    -La deseo con paciencia. En la demencia. En el irrespeto. En la ocurrencia.

    Abriré los ojos.

    ¿Usted?

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