Cuento final.
Moría por dentro. Hace ya tres meses que mi amado Frederick había partido a la ciudad por trabajo y no regresaba. Alguna vez había querido ser pintora profesional, pero las opiniones de los expertos en el tema que veían mis obras no eran muy alentadoras y por algo debía ser. Sin embargo, la furia y el desespero que sentía por dentro tenía que liberarlo de alguna forma. Un día tomé mis materiales y descargué toda esa rabia que sentía.
Pinté y pinté y pinté, como loca. Sin ningún orden tiraba los colores al lienzo, incluso me empecé a pintar yo misma. Siempre supe que ese sentimiento de alivio al crear arte trae sólo cosas buenas, el universo agradece esas acciones. Cuando terminé mi obra sentí que alguien tocó mi hombro. Di la vuelta y era Frederick esperándome con su bella sonrisa y hermoso cabello rubio. Nos besamos… explosión de color.
Una respuesta
Wuuuuuu! ¡Gracias Cuento Colectivo! Siempre los leo, que honor.