Era una noche fría y lluviosa, de esas noches en que solo se quiere estar en casa, ver una película y comer palomitas con una buena compañía. Pero a cambio, me encontraba manejando, en medio de la nada en una calle conocida para mí, pero al mismo tiempo, triste y cruel, que si bien me llevaba a alguna parte, también me traía tan crueles recuerdos. Trataba de encontrarme a mí misma, de entender por qué tomó esa actitud, por que no entendió mis razones y por qué me dejó es esta situación tan triste, llevándose todo y dejándome perdida en esta soledad, recordando su perfume, su aliento, y sus cabellos desordenados.
Por qué se fue y me dejó en esta incertidumbre tan terrible, haciéndome sentir como la bruja mala del cuento, como si los años que vivimos no contaran. Nunca quiso que tuviéramos un hijo, ni siquiera una mascota. Siempre que yo tocaba el tema me decía:” ya tendremos tiempo para eso”. Se llevó todo, los recuerdos, el piano donde tocábamos nuestra canción favorita, la guitarra y hasta los cigarros que siempre guardábamos en la mesita de centro. Desde ese día, hace exactamente 3 años, vengo para esta época, a recordarlo y a exorcizar mis recuerdos, a tratar de empezar de nuevo, porque fue en esta lúgubre calle que me abandonó.