Eran las 7 de la mañana y el olor del café, el jugo de naranja, los huevos y panqueques inundaban el apartamento. Hikari contemplaba con calma unos azulejos que cantaban, postrados en el árbol de afuera. De vez en cuando se le venían como flashes las imágenes de la pelea de cuchillos que había tenido el día anterior. De repente los azulejos se espantaron por algún motivo, tal vez tras sentir la mirada de Hikari, y éste empezaba a sentir claustrofobia en su pequeño apartamento.
Caminó hasta la entrada para buscar su abrigo y en ese instante escucha como se rompe el vidrio de la ventana por la cual miraba. Cuando voltea, un ninja con dos cuchillos enormes, brillantes y afilados. Hikari busca un arma a sus alrededores pero no encuentra ninguna. Entonces el ninja, vestido de negro, ataca. Hikari lanza una patada que aterriza en el pecho del ninja.
Éste, por la potencia del golpe, sale lanzado hasta la mesa donde hace unos segundos había estado sentado Hikari, derribando platos y vasos de vidrio que rompían. Hikari se acercó y levantó su pierna con el fin de rematar con el talón, en forma de hacha, pero el oponente esquivó el golpe y la mesa de madera en que se apoyaba quedó vuelto añicos…
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