Cuento en construcción
Teniendo en cuenta que hay nuevos aportes de gran extensión en el cuento de “los poderes de Xandro”, hemos decidido hacer una pequeña serie de tres capítulos, por el momento. Al primer capítulo aún le falta el título, participa hasta este sábado 24 de marzo de 2012 en la zona de comentarios de este enlace. El segundo capítulo fue propuesto por Berta Avila y editado por el Comité editorial de Cuento Colectivo. Ese segundo capítulo lo leerán a continuación y también le falta sólo el título (tienes hasta el domingo 25 de marzo para participar). Son bienvenidas ilustraciones o, por qué no, un comic acerca de esta serie.
Xandro entendió que era un “fenómeno” y que estaba solo, que debía buscar su lugar en el mundo. Adolescente ya, decidió peregrinar con la seguridad en su fuero interno, de que no era el único, no podía ser único, sentía que su poder tenía una finalidad, un sentido, un por qué y que existía alguien o algo que le podría dar la respuesta. En su camino, trabajó en lo que se le iba dando por comida, por techo y abrigo, se dio cuenta que podía relacionarse como si no fuera diferente, aprendiendo de los demás y de sí mismo.
Un día, mientras caminaba por la calle vio a una anciana andrajosa que gemía, se aproximó y la mujer al verlo, se le abalanzó abrazándole y llorando de forma desconsolada. Xandro se sorprendió. Nunca lo habían abrazado, por lo tanto, se quedó inmóvil. Ella tiritaba de frío. De pronto dejó de llorar y lo miró a los ojos, dándole las gracias por darle calor.
En ese momento, Xandro tomó consciencia de que su cuerpo estaba encendido, de sus manos salían pequeñas llamas y, de manera violenta, se separó de ella. Con los brazos estirados, la anciana, con expresión de confusión en su rostro, le rogó que no se fuera. En la mano derecha de Xandro, la bolsa de papel donde llevaba sus pocas pertenencias, se estaba quemando.
Xandro intentó sofocar las llamas, pero ya era inútil. Entonces se dejó caer en el suelo, mirando las cenizas con impotencia. Resignado a no tener nada una vez más, se incorporó para retomar su camino. Sin embargo, la anciana lo tomó de la mano que aún estaba quemante y en silencio lo condujo por un callejón hasta llegar a una puerta deteriorada y sucia.
Al abrirla, un hedor penetrante se sintió en el ambiente. Estaba oscuro. Pensó en devolverse, pero la anciana con una gran fuerza, lo haló y él, sin saber por qué, continuó. Sentía bajo sus pies el barro que se colaba por sus zapatos rotos. Por fin llegaron a un patio interior muy luminoso, extrañamente luminoso porque no era la luz del sol.
Miró a su alrededor y los muros estaban tapados por musgos. Un agradable aroma a comida lo despertó del trance en el que se encontraba. Miró a la pequeña anciana que, sonriente, dejó ver su falta de dentadura y con un gesto le mostró una pequeña entrada a un túnel de roca. Ella se adelantó y gateando le hizo señas de que la siguiera.
Con dificultad, Xandro logró pasar hasta el otro lado y vio con tremenda sorpresa que era una habitación muy limpia, donde había una mesa y unas sillas tan pequeñas como la anciana. Ella lo invitó a sentarse, pero por su altura, tuvo que sentarse en el suelo. En un costado había una cocinilla con una olla burbujeante. ¡Que rico olor! Y que hambre tenía.
De una caja de cartón la anciana sacó dos vasijas de greda con las que sacó sopa, ofreciéndole. Xandro se la acabó como si nada, se tomó tres, mientras ella lo miraba de forma amorosa. Xandro terminó quedándose dormido. Después de unas horas, despertó con un frío intenso, era invierno y estaba nevando.
En un primer momento no sabía dónde estaba. Miró a su alrededor y vio a la anciana acurrucada en un rincón tapada con papel de diario y se dio cuenta que él estaba tapado con una cobija vieja. Entonces decidió reanudar su camino, tapó a su benefactora, pero ella despertó y al darse cuenta de que Xandro se disponía a salir, lo lo detuvo haciéndole una seña para que prestara atención.
La mujer tomó unos trozos de madera, un trozo de papel que introdujo entre la leña, le mostró su deforme dedo índice y una pequeña llama comenzó a encenderse y a brotar también de su dedo anular, con la que encendió de nuevo la hoguera. Xandro, sin dar crédito a lo que esataba viendo, retrocedió arrastrándose de espalda hasta chocar contra el muro.
La mujer levantó su mano encendida con una llama azul y la acercó a su rostro. Sin arrugas ni señales de ancianidad, con una sonrisa de complicidad, le dijo con voz suave y juvenil: “Así es, no eres el único”. Con ambas manos en llamas, tomó las de él y lo levantó. Xandro no entendía cómo sin él controlarlo, sus manos también se encendían.
Al ver las manos juntas, vio que su fuego era rojo y que al unirse al de ella, comenzaba a subir una columna de fuego serpentino entrelazada. Xandro se percató de que ya no era tan pequeña, su corazón latía a mil mientras contemplaba la belleza de la columna de fuego que llegó a una altura y se detuvo. Separaron sus manos y las columnas se separaron también y, ambos al mismo tiempo se apagaron.
2 respuestas
Xandro tan confuso que no podía pensar……se sentó en silencio, ella frente a él y le dijo: “me llamo Lytsi, que significa lucero en Aimará”, es lo que se llama una voz indígena”. El sólo asentía con la cabeza que le daba vueltas como torbellino.
A todo ésto ya estaba amaneciendo, había dejado de nevar. Lytsi arrastra un pequeño baúl, que parecía estar muy pesado, reacciona Xandro y la ayuda a ponerlo sobre la mesa. Saca de su interior un abrigo grande, del tamaño de él y se lo pone. Unos bototos sin cordones, ella saca de sus enaguas tiras para que se los amarre. Xandro no podía dejar de mirarla, era bella, joven, ágil y alegre. Le dice “no sabes cuánto he esperado que llegaras, me estaba muriendo de vieja, sola, enferma y creyendo que mi misión no la cumpliría.” ¿Misión? Xandro pone cara de qué es eso, de qué me hablas, no articula palabras, está en schok,. Sigue sacando cosas imposibles del
pequeño baúl un gran gorro de piel que tapa sus orejas. Un bufanda tejida por ella de todos los cordeles, cordones, lanas, de géneros, incluso al tocarlo habían materiales irreconocibles, muy larga. se la pone. Saca unos guantes especiales, todos los dedos no tenían puntas y están reforzados para no incendiarse cuando ocupara el fuego y ella le enseña que el fuego que ambos tienen no se llaman fuegos sino “salamandras” , que son los señores que guardianes del mundo del elemental fuego, en que solo algunos son reconocidos y aceptados.
Finalmente, saca un libro que es más grande que el baúl, antiguo, lo abre.
saca todo lo que está en la mesa y solo deja el libro abierto.
Le pide una vela y le solicita la encienda solo con su dedo indice de la mano derecha, pero controlando para que sea lo suficiente para encenderla.
Nervioso, sintiéndose torpe, respira profundamente y comienza a encender
su dedo tímido como un fósforo, ella nada le dice, solo espera frente a la mesa con el libro abierto. Proporcionando el tiempo del primerizo.
Xandro siente una profunda calma y quietud, Enciende el anular, pero le había dicho que el índice y no puedo, siente frustración. Ella sigue en silencio, él la mire para que lo ayude, su rostro está impertérrito.
Por fin aceptó que su dedo era el anular, lo enciende suavemente y dirigido hacia el pavilo de la vela color miel. Se enciende con una maravillosa llama en punta, no hay viento o brisa que la perturbe.
Con una señal le indica frente a ella al otro lado de la mesa.
Y comienza a leer en un idioma que no entendía, se sintió mareado y decidió hincarse. Ella se acerca a él por un costado de la mesa, hincado como estaba, se vuelve hacia ella y nota que en su mano izquierda trae una varita labrada y en la otra una espada corta brillante también labrada, pero la hoja tenía figuras que él nunca había visto. Y de un salto que altera su cuerpo, saca entre sus abrigos, una cadena de su pecho que era una medalla con una de esas figuras. La llevó siempre, desde que tiene recuerdos. Y se la pasa a ella, la toma con todo el cuidado, como si se fuera a romper y la coloca sobre el libro. Vuelve ya hincarse, ella pronuncia una frase y levanta la espada de la que le sale rayos en la punta, luego dice otra frase y levanta la varita, que salta de las manos de ella a las de él. Ella – “simplemente es tuya, fue hecha para ti.”
Cierra el libro guarda todo dentro el pequeño baúl mágico, y le pasa una cinta de color blanco que siempre debe llevar en la cintura, se la amarra y le advierte que no debe sacársela nunca pase lo que pase y tampoco permitir que se la saquen y le advierte “hay muchos que saben qué significa y darían todo por tenerla, debes defender con la “salamandra” que hoy aprendiste, que el fuego no es solo fuego”. y le pregunta” ¿qué es para ti el fuego?”, con lo torpe para pensar en que se encontraba, contesto: “que puede hacer daño o puede ser benéfico”, siguiente pregunta: ¿qué es para ti el fuego?, se confundió, era la misma pregunta; “Es parte de mi, nací con ese poder?
siguiente pregunta “¿por qué crees que es un poder?, responde: ¿porque me hace fuerte frente a otros? siguiente pregunta: ¿ por qué el fuego te hace fuerte ante otros?, “porque me puedo defender” siguiente pregunta: “¿Quiénes son los otros?, la gente con la que tengo que tratar y me quieren hacer daño” “por qué te quieren hacer daño”, “porque en algún momento saben de mi poder”, “¿por qué saben de tu poder? “Por que lo ven” y si no lo vieran, ¿querrían hacerte daño? a veces cuando son ladrones y me quieren quitar el pan o lo que puedan”
Entonces, cuando lo usarías si fuera estrictamente necesario, en los casos como el anterior. “¿de otro modo por qué conocerían lo que tu llamas poder?”No hay otra forma”-.
¿Qué concluyes?, piensa bien tu respuesta porque no podrás retractarte y es final de tu Iniciación. Quiso preguntar por la última palabra y se lo impidió poniendo el dedo indice en los labios en señal de silencio.
Se tomó tiempo y finalmente con voz resuelta dijo: “El fuego no es el fuego, es la salamandra, el elemental que lo custodia y confía en mi. El fuego es parte de mi, como otra parte más de mi cuerpo. El fuego no es un poder”, El fuego tiene un misión que debo encontrar para cumplir”
Ella Levanta los brazos enciende su manos con la luz azul y dice”sea cumplido el juramento”
Después de eso nada hablaron, tomaron un choca caliente, se despidieron y el mensaje final de Lytsi fue: “Debes ir hacia Oriente, lugar de la luz, donde debes reconocer tu siguiente paso, debes estar despierto. Tu saliste al mundo a buscar y has encontrado, así será”
Xandro salió de allí siguiendo los pasos de entrada, pero al introducirse en el túnel, miró por última vez a la mujer y era la misma anciana con la que se había encontrado en la calle.
La iluminación