Incompleta

Cuento en construcción

Regla: Por primera vez en Cuento Colectivo, ustedes escogen las reglas sobre qué hacer con este cuento. Pueden cambiarle el título, continuarlo, modificarle partes, etcétera. Si les parece que está bien como está también nos interesa saberlo. Cuento por Gina Tovar.

Foto tomada de Flickr por Place Light

Sus pies se apoyan en el piso, sus piernas se enderezan, su mirada se levanta, no hay un punto fijo donde observar. Una vez más repite sus acciones. Su mirada siempre recorre  el lugar  tratando de encontrar un espacio donde su cuerpo se sienta a gusto. No lo encuentra… corre hacia el baño, cierra la puerta, se derrite en el piso.  Sus lágrimas  bajan de sus ojos, su alma desaparece, es un cuerpo vacío, es un espectador del momento.

Esa melodía nostálgica sube por sus pies  y envuelve su cuerpo. Busca la nada, pero la nada es lo que no conoce, ni tampoco el todo. Levanta su rostro y allí está. Ella quien respira suavemente, ella quien la observa detenidamente. Ella,  la única entendedora que incompleto es  la nada.

Sus ojos comprenden entonces, que se encuentra en el lugar donde su cuerpo está a gusto, acepta las sutilezas de los vacíos y el silencio de su alma.  Ese silencio que la hace espectadora de su mundo, sin derecho a entender, porque sólo las explicaciones no bastan.

Su cuerpo sigue estando vacío, pero entiende que ese es su lugar.

Sus pies se apoyan en el piso, sus piernas se enderezan, su mirada se levanta, no hay un punto fijo donde observar…

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9 respuestas

  1. Me gusta. Está interesante. Me recuerda al estilo de la novelista Herta Müller. Sin embargo, creo que le falta un poco más, falta seguir la historia. Estoy pensando que escribir todavía. Pero que bien que quede plasmada la perspectiva femenina en este sitio.

  2. Se desnuda frente a su incompletitud, desafiando la nada, abismando el abismo. Levanta el rostro, se ajusta el mechón de su pelo. Se escudriña frente al todo. Trastabilla. Resbala en medio de la sutil, esa que derrama. Vuelve al preciso lugar donde comenzó todo.
    Sus pies se apoyan en el piso, sus piernas se flectan, su mirada se acuclilla, hay un punto fijo donde observa. No repite. Itera, fundiéndose en todo y nada.

  3. Hasta que escudriña, por entre los vidrios de aquel vestuto microbus, que la vida le tiene deparada la pieza faltante, esa que encaja perfecta entre su soledad tan suya y ese silencio tan de él. Entre la vaciedad y el ser. Entre los orígenes y la presencia cierta del nuevo mundo que vino a depositarle como ofrenda, en ese nido de colibríes que le alegrarían las mañanas desde Los Mayos hasta Los Nogales.

  4. De repente escucha una melodía clásica que no sabe de donde proviene. La música es bellísima y despierta en ella sentimientos que se había olvidado que podía sentir. Se levanta de su posición habitual y de forma espontánea se comienza a mover al ritmo de la melodía. Por unos segundos esa incompletitud se desvanece y la música es lo único que importa. Y es que después de todo Nietzche lo dijo bien “la vida sin música no valdría la pena”.

  5. Dentro de ese trance en el que se encontraba, donde invocaba a todas las imágenes femeninas que dormían dentro de ella, todas las que habían existido en toda la humanidad, divinidad, energías; pudo entender al compás de las notas que la vida coloreaba todos los espacios de manera única…
    La vida sin música no valdría la pena, la vida sin sonrisas no valdría la pena, la vida sin lágrimas no valdría la pena, la vida sin guerras que luchar no valdría la pena…
    ¿Qué es la vida?
    Esta discípula de Afrodita, Hera, Gea, Atenea no lo sabía… pero no le importaba, el placer en el que se encontraba era tal que nada más podía explicar lo que era la vida que lo que ella sentía, lo que ella como mujer podía gestar y afirmar con sus huesos por nueve meses…

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