Invéntale un final a esta historia sobre un recuerdo familiar nostálgico

Cuento en construcción

Esta historia ha sido escrita hasta el momento entre Antonio Torres, Néstor Briceño Estepa, Angélica y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos. O puedes inventar un final y enseguida proponer un título. ¡Participa!

Cuando pienso en el legado de mi padre quisiera recordar su vida a mi lado, sus sonrisas y consejos, pero sólo queda en mi mente un recuerdo imborrable: aquel día nevando y él afuera trabajando ganándose el alimento que yo después comería. Si hoy puedo decirlo, es así, nunca me dio un consejo, simplemente heredé su ejemplo.

Quizá él esperaba mucho de mí. Ahora que lo pienso nunca pude decirle cuanto lo amaba. Siempre había algo más, una sensación incontrolable por querer abrazarlo y a la vez la imposibilidad de hacerlo. Quisiera saber cómo, cómo desligarme de aquella fantasía en la que encerré mis emociones.

Es un día lluvioso y yo estoy embargada por una sensación muy cercana a la melancolía. A través del paisaje gris que intuyo a través de la ventana, como si la enredadera que tapiza toda la pared fuera generadora de imágenes, pero es hacia el adentro de mí y hacia atrás en el pasado. Mi padre decía sin cansarse: “la familia es lo más importante” y lo demostró a través de toda su vida cuidando a su hermano Pedro, que era mayor que él, pero por alguna razón necesitaba de su atenta cercanía.

Aprendí muchas cosas de él, su amor por el trabajo, es decir, no faltar nunca jamás, el amor por los padres y hermanos, y el derecho a divertirse y pasarla bien. Pero claro, mi madre era lo opuesto, como podría yo abrazarlo, si de alguna manera estaba prohibido demostrar los sentimientos, eso era de débiles y cobardes…

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