Cuento en construcción
Sigue esta historia que apenas comienza, ha sido creada hasta el momento entre Virgilio Platt, Marx y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Una vez sepamos el final de la historia la inventaremos títulos. ¡Participa!
De día era un jardín infantil que parecía completamente normal, tal vez unos juguetes (caballito de madera, casita de madera, columpios, etcétera) un poco arcaicos, pero nada fuera de lo normal. Sin embargo, cuando se pasaba por el mismo lugar de noche, daba una sensación de miedo, como si algo malo hubiera ocurrido en ese lugar.
El ambiente que se respiraba al caminar por ahí aceleraba súbitamente el ritmo cardíaco de cualquier persona normal. A la luz de la luna, de verdad no parecía que en las mañanas aquel lugar tan lúgubre, resguardara risas y juegos de pequeños inocentes infantes. A penas llevaba pocos meses en este distrito como para irme, pero escuchar rumorear a la gente de aquí sobre ese lugar me ha puesto ya nervioso.
Caminar por enfrente de ese jardín de infantes cuando vuelvo de la oficina se me ha hecho un martirio, no creo mucho en las historias paranormales pero esté lugar haría creer a cualquiera…
2 respuestas
que una maldición sobrevuela sobre él.
Una tarde me entretuve más de la cuenta en la oficina y, cuando salí, la oscuridad ya se había adueñado de las calles. Eché a andar rumbo a mi casa y, absorto en las tareas que había dejado pendientes para el día siguiente, no me fijé en que había llegado frente al jardín infantil. Un frío intenso me sacó de mis pensamientos y, para mi sorpresa, escuché el llanto de un niño.
Allí estaba, un niño pelirrojo de unos cinco años, llorando tras la verja. Le llamé y se acercó. ¿Por qué lloras?, le pregunté. Mi mamá no ha venido a buscarme, me dijo y volvió a llorar desconsoladamente. Abrí la puerta y me agaché para abrazarle. No te preocupes, le consolé, tú y yo vamos a ir ahora a buscarla. Sonrió y me apretó la mano. Su contacto me provocó un escalofrío que sacudió todos mis huesos…
A pesar de ello, no podía echarme atrás, tenía que cumplir mi palabra y llevar al niño con su madre. Pero, algo, en el fondo de mí, decía: ten cuidado, se avecina una experiencia de la que no podrás olvidarte jamás.
Y así fue, después de un largo rato caminando, me di cuenta que el niño me llevaba hasta el cementerio de la ciudad. ¿Qué habría allí?