Palinurus vulgaris

Este cuento fue escrito por David Martínez para Cuento Colectivo. Fue enviado por David terminado, sin embargo, es clave que nos des tu opinión acerca de cómo quedo el resultado. Tanto nosotros como el autor del texto tendremos los comentarios en cuenta para mejorar la historia. La participación también puede estar enfocada a encontrarle significados ocultos a la narración.

langostaA ratos, y dependiendo del ángulo formado por la pantalla del ordenador, el fluorescente del techo y el amplio ventanal situado a su espalda, contempla su rostro reflejado en el monitor como si fuera una de esas langostas que se exponen en las vitrinas de las marisquerías. –“Efectivamente, señor Gutiérrez, la langosta es un crustáceo, usted llegará lejos, hijo, llegará muy lejos”- y que no despegan su perpleja mirada de lo que acontece al otro lado del cristal hasta que una mano se sumerge en el agua para seleccionar a uno de los animales con la intención de despedazarlo sobre una tabla de madera y así dar gusto a adinerados comensales que se relamen ante el cruel espectáculo. Ajenos a esos implorantes ojos que aún guardan en su interior imágenes de abisal hermosura, de reflejos sobre la superficie marina, de algas meciéndose al acompasado vaivén de las olas, de pies infantiles chapoteando al borde del pantalán, de anillos de compromiso hundiéndose en el olvido insondable, de trágicos naufragios y playas ignotas donde pintores antiguos arrebolaban las mejillas del futuro.

Un futuro en cuyas costas hoy encallan las últimas ballenas, tan desorientadas como nuestro personaje, cuya principal preocupación es que parezca que trabaja, que hace algo, que tiene el tiempo ocupado. Así que, cuando alguien se aproxima por el pasillo y mira hacia su puesto de trabajo, teclea más fuerte en el ordenador y observa la pantalla como si en ella hubiera algo más que un mensaje de error de “Windows”. Hay mucho desempleo y no conviene fiarse, sobre todo desde que a Pedro le dieron cinco minutos para que vaciara su cajonera bajo la mirada severa de un guardia jurado antes de echarle a la calle.

Y todo porque uno de los subdirectores le comentó a un director que uno de los gerentes les había dicho que un compañero, al pasar junto a él, descubrió que, en vez de realizar los pertinentes ajustes en el informe sobre viabilidad, estaba visitando una página web dedicada a la ornitología, lo cual era normal ya que Pedro era un gran amante de los pájaros algo que le hacía ser muy popular en la oficina. –“¡Qué divertida era su imitación del estornino!, ¡cuán difícil era contener la risa al escucharle ulular como una lechuza!”-, tanto que un año estuvieron a punto de concederle el “premio naranja” al más simpático de su planta pero, en el último momento, le arrebató el galardón la chica más popular del departamento de contabilidad, en un resultado que se consideró injusto porque, mientras que ella nunca saludaba al cruzarse con alguien en dirección a la cafetería, Pedro siempre tenía una palabra amable y hacía algún oportuno comentario sobre la jornada laboral.

Habitualmente, ¡vaya calor que hace en esta oficina!, porque es cierto que la temperatura es sofocante en estos edificios inteligentes que no tienen ventanas y en los cuales, por alguna extraña razón, el termostato del aire acondicionado siempre se encuentra en valores extremos, incompatibles con la vida humana. Lo que quizás responda a una estrategia empresarial que persigue la reducción del número de empleados mediante catarros de pecho, sudores incontrolados y accidentes mortales causados por desvanecimientos, un terrible asunto sobre el que debiera pronunciarse el Ministerio de Trabajo.

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7 respuestas

  1. Uno de nuestro usuarios, que prefirió escribirnos a comiteeditorial@cuentocolectivo.com, llamado Fermin, escribe con respecto a este cuento:

    Tema: Modestísima opinión sobre el cuento: Palinarus Vulgaris

    Como todo principiante, busco en los cuentos aquello de lo que nos han enseñado como ser: presentación, nudo y desenlace. En este, me quedé con ganas de seguir leyendo algo que no encontré. Me pareció una excelente ambientación, puesta en escena o presentación, pero no encontré el nudo, el conflicto, el giro, algo que nos sobresalte y nos sorprenda.
    Por ejemplo, ¿que piensa hacer Gutierres?, seguir esperando como la langosta a que vengan por él, o rebelarse y demostrar quien es. Y Pedro, que piensa hacer, ¿pedirle a su compañero Gutierres que lo ayude a descubrir quien fue el hijo de puta que lo delató? Al fin, ¿ estará feliz Pedro de que lo echen y con el despido dedicarse a su pasión verdadera que son los pájaros o conseguirá otro trabajo aburrido y monótono pero que le provea el sustento para la numerosa familia que quizás tiene?
    Mas por mí que por el autor del cuento,espero que me aclaren mis dudas.
    Saludos, un abrazo.

  2. Buenas tardes:

    Me gusta el cuento, me encanta la metáfora de la langosta observando desde la pantalla, aprisionada, sin poder moverse como en las peceras pequeñas que vemos en los restaurantes. Me parece que es una metáfora muy fuerte como para abandonarla, yo la utilizaría hasta el final, haría un cuento “redondo” terminando con la misma imagen del principio. Es decir Gutiérrez frente al ordenador piensa en una langosta, se pone a disgregar y al final nos recuerdas que el que habla es Gutiérrez sentado frente a la pantalla sintiéndose langosta.

    O, por qué no, un cuento in crescendo: todas las anécdotas que cuenta apuntan a lo mismo: al ambiente de trabajo y el peligro de que lo echen. Hacer cada anécdota más grande que la anterior, en cada una una transformación, la langosta va creciendo de tamaño y al final lo atrapa y se lo lleva dentro de la pantalla. O a medida que avanza el cuento Gutiérrez se va transformando en langosta, o…

    En todo caso, le daría más juego a la langosta.

    Un saludo,

  3. A mí me gustó el cuento, el estilo y el símil con la langosta me parecen graciosos e imaginativo. Con respecto al comentario del principio, desarrollo y conclusión, no estoy del todo de acuerdo. Hay que recordar la teoría del iceberg de Hemingway en la cual se sugiere que lo que narra el cuento debe ser solo la punta del iceberg y toda esa base que no se ve es lo que le da más valor al cuento. Tampoco hay que olvidar al cuento más breve de Augusto Monterroso, es decir “El dinosaurio”, que dice: “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí”.

    En fin, no creo que siempre haya que regirse de forma tan estricta a esa regla. El valor de este cuento, creo, es precisamente que se sale de esa estructura tradicional, y deja mucho que imaginar, como se puede evidenciar en los posibles finales que propuso Fermin.

  4. Me parece muy esclarecedor lo que dice Enrique. Ahora me acuerdo que yo también leí lo de Heminway y lo de Monterroso, pero como estoy en una fase puramente inicial, todavía no me da la cabeza para imitar a los grandes maestros. Por ahora me gusta lo directo, que haga efecto rápido y concluya. Saludos,

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