Cuento en construcción
Continúa este cuento. El ejercicio está abierto de forma indefinida y una vez sepamos el final de la historia le inventaremos títulos.
Soñé toda mi vida con ser la Reina Nacional de Belleza. Desde que era muy pequeña, mis amigas y yo teníamos nuestro propio reinado, del cual, por supuesto, siempre salía victoriosa por mi figura, rostro y personalidad. Lamentablemente, cuando el sueño se me convirtió realidad, no fue para nada la fantasía que había imaginado con mis compañeras. ¿Quién iba a pensar que detrás de esa apariencia perfecta se escondía un monstruo? ¿Quién iba a pensar de lo que es capaz un ser humano por un poco de vanidad y gloria?
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Primero dejé de comer carne, luego legumbres y después sólo era una manzana y agua.
Todo fue porque mi asesora me dijo:-Hay que bajarle a los tacos, porque, ¡mira eso!- gritó mientras me palmeaba el vientre- Estás muy ancha.
En ese tiempo yo era talla 1.
Así fue que en lugar de ser una Reina feliz, me convertí en la bruja que le dio la manzana a Blancanieves. Me convertí en una anoréxica por presión de los organizadores de desfiles, y luego en bulímica por mi ira interior. Sentía que nadie me quería como antes y que nunca más me iban a querer. Estaba desmoralizada y frustrada. Muchas veces pensé en el suicidio.