Cuento en construcción
Te invitamos a continuar esta narración que apenas comienza. También puedes terminar la historia, con título incluido. Participa en la zona de comentarios de esta entrada o escribiendo a comiteeditorial@cuentocolectivo.com.
Todos las mujeres la envidiaban y todos los hombres la deseaban, pero en secreto, ya que la mayoría se daba por vencido desde antes de un acercamiento, por la belleza intimidante de esta mujer. Pero lo que de forma superficial parecía una vida de risas y felicidad, era en el fondo una existencia miserable. Sol odiaba su piel, porque sabía que detrás de esa supuesta belleza, había una maldición de soledad con la cual tendría que vivir por siempre…
3 respuestas
Desde pequeña se percató de que todo aquel con quien ella se involucraba sentimentalmente, ya fuese de manera amorosa o simplemente de amistad profunda, terminaba padeciendo de alguna enfermedad incurable, un accidente incapacitante, fallecía o simplemente desaparecía. Luna, su tía, le había hablado de la maldición de la familia. algún día Sol pasaría la maldición a alguno de sus descendientes, a menos de que pudiera encontrar a su contrapeso. La tía nunca pudo explicarle si este contrapeso debía ser alguien igual que ella o su opuesto, lo que hacía aun más difícil la búsqueda.
siempre que salia a las calles de aquella singular y pintoresca región, lo hacía bajo la protección de un largo manto blanco, aunque esa pequeña coraza no silenciaba las voces de las jóvenes que le odiaban por una razón, su corazón se le estrujaba pues sabía bien que la envidia era algo que ella bien conocía, le sabia en los diferentes rostros de cada uno de ellas, pues solo quién al tenerlo todo y no poseer nada lo sabría.
su repugno por su cuerpo le hacía encadenarse mas y más a la amargura de los días, ese contrapeso, ese quién que la rescatara de las voces, de los murmuros, de las miradas penetrantes que le acuchillaban después de desvestirle completamente.
como odiase la belleza que ella misma representaba, sin embargo ese día en el que nada parecía darle un poco de salida a su vació, un palpitar broto de su pecho al cruzar los ojos con aquel hombre que con leves pasos y una pequeña vara quitaba los obstaculos a su paso, un hombre que bajo su ceguera y rechazo de las personas, caminaba con una sonrisa como si le pudiera ver…
sólo se quedo en silencio mientras el viento le retiraba su capa blanca, sus cabellos brillaban como su piel emitía un aroma de rosas y jazmín…
Sol además era inteligente, hecho que empeoraba su mala suerte en el amor, puesto a que aquellos lo suficiente valientes de acercársele, terminaban siendo o niños lindos muy tarados, o hombres a los que le incomodaba su inteligencia por su ego machista, etcétera… ella se rehusaba a rebajar sus estándares.
El resultado fue un odio por su apariencia, un rechazo rotundo al amor, además de un esfuerzo exagerado en ser destacada por su inteligencia más que por su belleza. Mientras en las fiestas de disfraces todas las chicas se vestían de princesas y de policías sexy, a ella le divertía ser la encarnación de la fealdad…