Sólo le falta el título a este cuento sobre un pirata al que llaman el Capitán Barba Roja

Cuento en construcción

Invéntale un título a esta historia que ha sido escrita hasta el momento entre Elvira Zamora, Sebastián Andrade, Andrea V. Luna, Arnaldo, Virgilio Platt y la edición del Comité editorial de Cuento Colectivo. Es lo único que hace falta para terminarlo.

El capitán Barba Roja camina hasta la Proa para que el viento acaricie su barba. Respira profundo y el olor a mar lo revitaliza. Recuerda impávido las historias del ayer, hoy ya no es como antes. Sin embargo, a lo lejos divisa un bergantín y ello le trae a la memoria sus andanzas. El viento sopla cristalino y diáfano y él, a estribor, grita casi graznando mientras el barco anda al sonido de su voz.

Saca su telescopio, da una mirada, la bandera lo dice todo, un barco de la corona inglesa. “Preparen los cañones muchachos y pongan sus mejores caras, recuerden que somos unos leales marinos franceses” dice el capitán, antes de soltar su característica carcajada grave y potente.

El capitán del navío inglés observa horrorizado el horizonte intentando dilucidar qué ocurriría si el bergantín cumpliera realmente con la amenaza. ¿Sería posible? ¿Estaría dispuesto? Momentos antes había asistido a una revolución en su puente de mando: ¿Qué hacía semejante buque francés allí?

La bruma mezclada con llovizna intensa hubieran sido la causa de una alucinación, pero el telescopio no mentía: sí había un bergantín allí y podía ver a un pirata de larga barba roja.
Hubo un trueno y luego otro. Tan rápido como se había materializado ante ellos, ahora la nave corsaria comenzaba a fundirse con el paisaje, desapareciendo ante los ojos desorbitados de la tripulación del acorazado inglés. Era irremediablemente cierto: en los mares del sur, suele haber barcos fantasmas.

En medio de la confusión de los ingleses, el Capitán Barba Roja daba instrucciones a su tripulación.

-Timonel, vire a estribor.
-Enseguida Señor.
-¡Nostramo, todas las velas arriba! Vamos a darles una sorpresa a los marinos de su majestad.
-Muevan el culo, suelten el velamen, fijen esos cabos. Tambor, redoble a combate.
-Señor, cañones listos, todos en sus puestos.
-Amainar bandera Francesa, Suban la de combate. Proa al inglés.
-Bandera arriba, todo listo
A mi aviso, virar a babor y fuego a discreción. ¡Viraaaaaaa! Hermanos de la Tortuga… ¡fuego!

Desde la tripulación inglesa, en la niebla, al ver las centellas a lo lejos, supieron que estaban bajo ataque. Segundos después llegó la lluvia de cañones. El daño fue sustancial, los cañones habían golpeado en la cubierta y en el costado del barco, afectando su flotación de manera crítica. En unos treinta minutos estarían todos bajo el agua.

El capitán inglés, intentaba levantarse del suelo de la proa, todavía atolondrado por el ataque, cuando ve a estribor la invasión de su nave por más de treinta piratas que destruyen y roban lo que encuentran a su paso. El Capitán Barba Roja, dentro de la embarcación enemiga y mientras combate, ve al capitán inglés a lo lejos, arrodillado en la proa de su barco, en resignación. El pirata se abre camino entre el pandemonio y llega hasta donde su contrincante. “Esta es la derrota inglés… mira bien mi cara, es la cara de la muerte”, y corta su cabeza.

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