El sueño frustrado de Marcia

Cuento en construcción

Te invitamos a continuar esta historia cuyo título del momento es provisional. Una vez sepamos el final del cuento le inventaremos títulos. O también puedes terminar la historia y proponer enseguida un título, es cuestión de que lo expliques bien. ¡Participa e invita a tu red!

Marcia siempre quiso ser una pianista profesional. Sin embargo, después de varios años de clases de piano, de intentarlo una y otra vez, por fin cayó en cuenta de que no tenía el talento suficiente. Muchas otras de su misma edad y con los mismos años de práctica superaban a Marcia con facilidad, mientras ella pasaba horas y horas estudiando.

Hubo un día en que por fin se resignó y por cuestiones de dinero, aceptó ser la asistente de Sun Li Yang, la pianista contemporánea del momento, según la opinión de los críticos más respetados. Sus funciones eran de lo más básico, traer el café, llevar la ropa de Sun Li a la lavandería, encargarse de su almuerzo etcétera.

La única labor de importancia que Sun Li le otorgaba a Marcia era la de pasar de una página a otra, mientras ésta estaba en concierto. Para esta labor, el asistente debía saber leer un pentagrama. Lo cierto era que Sun Li tenía un temperamento fuerte y emitía una furia exagerada en contra de Marcia, por mínimo que fuera su error.

Por el otro lado, Marcia provenía de una familia aristocrática que siempre había vivido de una forma cómoda. Hace sólo un par de años habían perdido toda su fortuna y, después de una tardía reacción, se vieron en la dura obligación de buscar vías alternas de financiación.

También es válido afirmar que Marcia guardaba cierta envidia de Sun Li. ¿Cómo era posible que esa fea asiática que hacía las mofas más absurdas y ridículas al tocar el piano, fuera tan famosa? Está bien, toca bien el piano… ¿pero qué se cree haciendo tantos estúpidos movimientos exagerados?…

Comparte este publicación:

Una respuesta

  1. Al perder su fortuna, el padre de Marcia había comenzado por vender las propiedades y los autos de colección para pagar sus deudas. Viéndose en la bancarrota, comenzó a vender otras cosas para poderse proveer el sustento diario, así fue que salió el hermoso y certísimo piano de cola con el que Marcia había practicado desde la niñez.

    Habiéndose quedado sin piano, cuando quería practicar, entraba a hurtadillas al estudio de Sun Li, mientras ella no se encontraba. Ese día, Marcia vio salir a la pianista, le tocaba su masaje de manos. Tendría cerca de dos horas para practicar. Se sentó en el banco, se acomodó correctamente frente a los pedales, colocó sus largos y esbeltos dedos sobre las teclas, y comenzó a tocar.

    Sun Li, habiéndose percatado del olvido de su celular, regresó al estudio. Al piano, SU piano, estaba sentada su empleada, quien dulcemente acariciaba las teclas que, con el golpe de martillos en las cuerdas, perforaban el silencio.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *